lunes, 14 de noviembre de 2011

Celebraciones familiares

También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos.
Juan 2:2.


Lectura diaria: Juan 2.1-11. Versículo para destacar: Juan 2:2.


ENSEÑANZA


Según el relato, Jesús junto con su familia y discípulos fueron invitados a una boda y fue la ocasión precisa para que el Señor demostrara su gloria.


Los detalles se convierten en las pequeñas cosas que siempre debemos mantener en una relación; vienen a ser como el ingrediente que le da sazón a la vida y sirven para disipar la agitación que por momentos nos ataca. Personalmente fui criada en un hogar donde la unión familiar especialmente por la casa materna era relevante, y donde precisamente en las celebraciones se afianzaban más los vínculos entre unos y otros. A veces no percibimos estos valores pero con el tiempo notamos cómo lo aprendido lo hemos transferido a nuestro propio hogar y se han quedado grabados también en la mente y corazón como legado para nuestros hijos.

Al respecto tengo que hablar sobre mis amados hijitos que habiendo ya salido de casa, se reunieron este fin de semana para estar juntos en el hogar y celebrar dos fechas importantes en el seno familiar: el cumpleaños de mi hijo mayor y nuestro aniversario. Con bastante anterioridad había hecho planes al respecto para estos días hermosos que íbamos a compartir, pero como los caminos de Dios no son los míos, todo fue muy diferente. Una vez más el Señor me dio una lección y me enseñó que lo valioso en una familia es el amor encerrado en toda su esencia, lleno de comprensión, tolerancia, respeto y armonía, y la celebración no fue con bombos y platillos como yo hubiese querido, sino al modo de mi Señor: sencilla pero sustanciosa. Una vez más tuve que entender que para estar feliz no necesito de lujos ni dinero porque mis verdaderos tesoros son mi esposo, mis tres preciosos hijos y mi amada nuera. Ellos son mi verdadera y única familia y no hay satisfacción comparable al poder compartir juntos estas fechas. Quedarán los recuerdos de estos tres días grabados en mi memoria como quizá unos de los más bellos vividos a su lado. Por otra parte, Dios ordenó todo de tal manera que coincidiera con el viaje de mi entrañable cuñada al exterior y pudiera gozar también con mi hermano y mi sobrina parte de esta conmemoración. Señor: gracias porque tú abres sendas donde yo no las veo ni entiendo, pero tu sabiduría nos guía exactamente a la correcta. No tengo como agradecerte las bendiciones que nos has regalado de la mano de mis hijitos y familiares que compartieron a nuestro lado. Solo te pido que les multiplique sus dádivas ofrecidas como tú lo sabes hacer en todas las áreas de sus vidas. Igual que como en aquel entonces, el Señor reveló su gloria en nuestro hogar. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!


Si no has recibido a Cristo como tu Señor y Salvador te invito para que tomes la decisión y hoy lo hagas. Por favor dile así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Toma el control del trono de mi vida, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo; por perdonarme y limpiarme y por enseñarme a vivir de acuerdo a tu santa voluntad. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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