jueves, 3 de noviembre de 2011

El tiempo de Dios

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo
Eclesiastés 3:1.


Lectura diaria: Eclesiastés 3:1-15. Versículo para destacar: Eclesiastés 3:1.


ENSEÑANZA


Si hay algo que nos queda difícil de aceptar es el tiempo de Dios. Veamos: Nunca comprenderemos la muerte de un ser querido; increpamos incluso a Dios, reclamándole sobre lo que a Él le pertenece como lo es la vida. En otras ocasiones cuando hemos hecho una petición y se demora en llegar, también nos impacientamos y no logramos entender el tiempo de Dios. Debemos aprender que sus tiempos no son los nuestros, ni que Él los maneja cronométricamente como quizá muchos lo hacen; Dios no es esclavo de un reloj porque su tiempo es muy diferente “Pero no se olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pe. 3:8). El tiempo de Dios es perfecto: “Dios hizo todo hermoso en su momento”, dice el versículo 11 de la lectura, y aunque a veces pensemos que se adelantó o se tardó, no es así: “¡Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos!” (Sal. 31: 14-14 RVR 1995).

Querer adelantar o retroceder los acontecimientos de acuerdo a mi tiempo es no tener confianza en el Señor. Aprendamos que Dios es soberano con todo el poder y todo el control porque es el dueño absoluto de todo, incluso los tiempos. Dios dispone todas las cosas para nuestro bien (Ro. 5:28), entonces, acatemos sus tiempos y no nos afanemos porque sus promesas no llegan (2 Pe. 3:9), en el tiempo propicio Dios nos responderá.


A su debido tiempo “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos” (Gá. 4:4-5). Hoy es el tiempo de cumplir en ti esa promesa; es tu momento oportuno. Jesús vino a dar su vida en rescate por tus pecados y solo tú decides si lo aceptas o no. Si tu decisión es afirmativa, te invito a orarle así:


Amado Jesús: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi corazón para que seas mi Señor y Salvador. Toma el control de mi vida, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por perdonarme y darme la vida eterna contigo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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