viernes, 11 de noviembre de 2011

La alabanza: mejor arma espiritual

Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche.
Salmo 92:1-2.


Lectura diaria: Salmo 92:1-15. Versículos para destacar: Salmo 92:1-2.


ENSEÑANZA


Dios espera que sus hijos le rindan el honor debido. Él es digno de toda gloria y honra. La alabanza es parte de la oración y no solamente nos dirigimos a Dios para pedirle y pedirle sino para adorarlo, engrandecerlo, magnificarlo y algo muy importante que se olvida fácilmente: darle gracias. Como estamos tan acostumbrados a quejarnos se cae rutinariamente en el lamento, el sollozo, la tristeza y depresión ante las dificultades que se presentan. Si a Dios le agrada que le alabemos, pues hagámoslo. No solo lograremos honrarlo y glorificarlo, también será el arma poderosa frente a los apuros que acechan porque el Señor tendrá en cuenta que a pesar de la adversidad, ahí estamos parados firmemente y puestos los ojos en Él. La alabanza es la defensa capaz de destruir las fortalezas del enemigo y el instrumento para afianzar nuestra fe. Si nos dejamos llevar por el lloriqueo y nos hundimos en el abatimiento, estamos dándole la razón y por ende la gloria a Satanás. La quejabanza es para Satán, la alabanza para Dios. Así que debemos decidir a quién queremos adorar. La Biblia dice que nosotros los que tememos al Señor somos los llamados a alabarlo (Sal. 22:23), también: “Que los que aman tu salvación digan siempre: Sea Dios exaltado” (Sal. 70:4), y si aún la creación entera lo exalta ¿por qué el hombre con la capacidad de raciocinio que tiene no lo hace? Todo lo que respire debe alabar el nombre del Señor.

Como enseñanza implantemos la alabanza en nuestras vidas y pronto nos daremos cuenta que será el instrumento de Dios para abrir a su paso las puertas y dejar abiertas las entradas; para allanar las montañas y hacer pedazos las puertas de bronce; para darnos los tesoros de las tinieblas y las riquezas guardadas en lugares secretos (Is. 45:1-3); y comprobaremos igualmente, que Dios se deleita sobre nosotros con alegría librándonos de las tristezas que nos son una carga deshonrosa (Sof. 3:17-18).


Quiero invitarte a que conozcas a Jesús: el Maestro y fiel Amigo, el que está listo a tendernos la mano y darnos paz; el Cordero sacrificado por ti y digno de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos (Ap. 5:12-13). El primer paso que tienes que dar para glorificarlo es entregarle tu vida. Si te decides a hacerlo, te instigo a orarle así:


Señor Jesús: yo te necesito; te abro la puerta de mi corazón y te acepto en mi vida como mi Señor y Salvador personal. Toma el control de mi vida, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por escucharme y darme una nueva razón para vivir. Hoy exalto y glorifico tu nombre por la grandeza de tu amor hacia mí. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: