martes, 15 de noviembre de 2011

El misterio de la salvación

El viento sopla por donde quiere y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde se va. Lo mismo pasa con todo el que nace del espíritu.
Juan 3:8.


Lectura diaria: Juan 3:1-21. Versículo para destacar: Juan 3:8.


ENSEÑANZA


En el pasaje del día el Señor Jesús estaba hablando con un maestro de la ley llamado Nicodemo y esperaba que este maestro entendiera las verdades expuestas por Él, pero no fue así. Nos preguntamos por qué la gente rehúsa recibir a Cristo en su vida si se hace es con una pequeña oración que de misterio no tiene nada. En sí la oración es sencilla, pero lo complicado del asunto es que se haga sinceramente y tal como nos lo afirma Romanos 10:9-10: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo”. Personalmente considero que ahí está el misterio porque solamente a través del Espíritu Santo por gracia de Dios, se puede entender que Jesucristo es el Hijo de Dios vivo, que vino a salvarnos y rescatarnos de las garras del enemigo. El solo hecho de hacer una oración aceptando estas verdades es en sí recibir a Cristo, y es lo que transforma completamente al nuevo creyente y lo que el Señor mismo llama –nacer de nuevo–. Nicodemo siendo versado en las Escrituras no podía entender esta descripción y le pregunta al Señor si un hombre estando ya viejo “puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer” (v. 4). La Biblia es muy clara en afirmarnos que quien no lo haga, definitivamente no alcanzará la salvación, y es un acto de fe que se debe realizar mientras estemos vivos, porque después de muertos es tarde. Es en vida que tenemos que entender el gran amor del Padre y aceptar a Cristo como su enviado: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (v. 16). La salvación es para hoy “Les digo que este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!” (2 Co. 6:2b), porque mañana puede ser tarde. “En la muerte nadie te recuerda; en el sepulcro, ¿quién te alabará?” (Sal. 6:5); “¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor, y de tu fidelidad en el abismo destructor?” (Sal.88:11). Ni siquiera después de ser cristianos logramos entender verdades porque son misterio: “Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre” (Dt. 29:29), pero aunque la salvación es un misterio se nos ha revelado Jesucristo y creemos por fe no por vista. “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Ro. 10:17).


Si por ahora no entiendes nada sobre el mensaje de salvación, déjame decirte que solo tienes que dar el primer paso: –Creer en tu corazón y confesar con tu boca– que Jesús es el Hijo de Dios y que Dios lo levantó de entre los muertos. Dios mismo se encargará después de revelarte otras cosas y mostrarte el plan para tu vida. Si es tu deseo podemos orar ahora mismo:


Señor Jesucristo: Yo confieso con mi boca y creo en mi corazón que tú eres el Hijo de Dios vivo que moriste en una cruz por mis pecados y resucitaste para darme vida eterna contigo. Te acepto en mi vida como mi Señor y Salvador personal; perdona mis pecados y lávame con tu preciosa sangre. Gracias Señor porque sé que de ahora en adelante comienzo una nueva vida contigo. Mi pasado no existe más porque tú haces de mí una nueva criatura. Gracias por revelarme el misterio de la salvación. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: