lunes, 3 de octubre de 2011

Un nuevo día, una nueva luz

Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.
Salmo 30:5b.


Lectura diaria: Salmo 30:1-12. Versículo para destacar: Salmo 30:5b.


ENSEÑANZA


Con frecuencia podemos comprobar la veracidad de esta parte del versículo. Con razón dice también la Palabra de Dios que cada día tiene su propio afán (Mt. 6:34). ¿Para qué preocuparnos por lo que habrá de venir sin saber aún qué nos tiene deparado el Señor? Hoy podemos ver oscuridad y sentir que todo se desploma a nuestros píes; mañana el sol resplandecerá y la luz tornará nuevamente a nuestras vidas. Debemos acostarnos tranquilos puesta la confianza en lo que el Señor hará. No todo lo que nos acontece es por mal, al contrario muchas veces tenemos que sufrir las consecuencias de una mala decisión o actuación y Dios como buen Padre necesita disciplinarnos (Pr. 3:12). Así que no despreciemos esa corrección.

Aprendamos como lección a tomar lo malo con cabeza fría, sin dejarnos llevar por la ansiedad y el estrés. Después recapacitaremos y nos daremos cuenta que de esa situación tan difícil se lograron objetivos positivos porque a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien (Ro. 8:28). Llevemos hoy la carga de hoy. Cuando escuché por primera vez la canción de “Hay un nuevo amanecer con Cristo”, lloraba de felicidad; de saber que aunque en ese momento no veía nada que pudiera ayudarme, el Señor estaba ahí y Él podría permitir un nuevo día claro y brillante como el sol alumbrando en todo su esplendor. Así es: hoy lloramos pero mañana reímos. Ahora el Señor ha cambiado el lamento en danza. Eso le pasó a la abuelita al saber sobre la mejoría de su amado nieto: bailó de alegría. Con esto compruebo una vez más que “Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría”.

Deja que Jesús se encargue de tus problemas; voltea los ojos a Él y entrégale tu corazón. Con el Señor la vida se torna más llevadera porque poco a poco va encauzándonos por la senda correcta, hasta lograr su objetivo. Te invito a decidirte por Él y te acompaño en una oración como esta:


Amado Jesús: Hoy decido entregarte mi corazón. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Toma el control de ella y hazme la persona que quieres que yo sea. Perdona mis pecados y llévame de la mano contigo en mi transitar diario. Encauza mis problemas a tu manera para que yo tenga paz y sosiego. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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