miércoles, 5 de octubre de 2011

Es el momento para volverse al Señor

El Señor su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará.
2 Crónicas 30:9b.


Lectura diaria: 2 Crónicas 30:1-9. Versículo para destacar: 2 Crónicas 30:9b.


ENSEÑANZA


Hay señales de alerta a nuestro alrededor; no solo por lo que pasa al interior de las familias sino también por el mundo convulsionado en que nos movemos. Así como los mensajeros del rey de Judá salieron proclamando por todo Israel que se volvieran al Señor, los suyos de estos tiempos lo hacen igualmente, porque se entiende perfectamente la dureza del corazón del hombre frente a la voluntad de redención total por parte de Dios a través de su Hijo Jesucristo. Estamos en el momento propicio para voltear los ojos al Señor nuestro Dios y pedir perdón. El Salmo 32 nos muestra las bondades de Dios cuando nos humillamos y vamos a sus píes dispuestos a hacer un cambio total en nuestras vidas. Primero nos habla: “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño” (Sal. 32:1-2). Dichoso es bienaventurado, doblemente feliz, y así será la persona que por más pecadora que haya sido tiene la oportunidad de arrepentirse. No creamos que el cielo estará lleno de personas buenas y justas; estará atiborrado de pecadores arrepentidos, lavados y justificados con la sangre del Cordero. El que confiesa su pecado obtiene el perdón (Sal. 32:5). A quienes obran de este modo, sometiéndose a Dios y su Palabra, el mismo Señor les dice: “Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti” (Sal. 32:8). Estas son las promesas que Dios tiene para el pecador arrepentido, para el que vuelve sus ojos al Altísimo: jamás será abandonado; irá de su mano escuchando su instrucción y por la ruta trazada por su Redentor.


Quizá estas palabras han tocado hoy tu corazón y deseas aceptar el sacrificio hecho por Jesucristo en el Calvario por ti. La buena noticia es que el Señor no se quedó muerto, su tumba está vacía porque resucitó para darte vida y vida en abundancia; únicamente tienes que doblegar tu orgullo y voltear los ojos hacia Él. Te puedo sugerir una corta oración para que empieces una relación con tu Salvador y el Señor se encargará de irte instruyendo para llevarte por el camino correcto. Podemos orar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Confieso con mi boca que eres el Hijo de Dios quien vino a morir por mis pecados. Te pido perdón por ellos Señor; toma el control de mi vida y guíame de tu mano por la senda que tienes preparada para mí. Gracias Señor por venir a morar conmigo; gracias por perdonarme y limpiarme; y gracias por darme la oportunidad de conocerte como mi Señor y Salvador personal. De ahora en adelante seré una persona nueva doblemente feliz por obtener el regalo de la vida eterna contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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