martes, 4 de octubre de 2011

Sí, tú eres mi Dios

Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: Tú eres mi Dios. Mi vida entera está en tus manos.
Salmo 31:14-15.


Lectura diaria: Salmo 31:1-24. Versículos para destacar: Salmo 31:14-15.


ENSEÑANZA


Estos últimos días han sido de tensión en mi hogar; alrededor de familiares y amistades han ocurrido ráfagas de enfermedad y muerte que me hacen recapacitar aún más sobre mi Dios y reconocer que mi vida entera está en sus manos y que simplemente por su misericordia seguimos aquí. ¡Qué diferente es saber que a pesar de las dificultades el Señor está ahí! Definitivamente con el Señor es más llevadera la vida; pueden llegar todas las trampas del cazador, caer mil a la izquierda y diez mil a la derecha, pero no me afectará; el Señor ordenará a sus ángeles que cuiden todos mis caminos y me levantarán con sus propias manos para que no llegue a tropezar (Sal. 91:7 y 11-12).

Como lección, a todos los que buscan a Dios sinceramente y están pasando angustias y tribulación les aconsejo, que se postren ante Él con humildad y le clamen con corazón espontáneo: “Clama a mí y te responderé”, nos dice el mismo Dios en Jeremías 33:3. A pesar de ser idólatras y pecadores como somos, más adelante afirma: “Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad”. “Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí” (Jer. 33:6 y 8). Y termino con el versículo del Salmo de la lectura: “Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el Señor esperan” (v. 24). Sí, mi voz de aliento y mis oraciones por todos los que están en dificultades; ¡los llevo en mi corazón!


Quizá te encuentras solo y viviendo muchas aflicciones a la vez; quiero decirte que Jesús de Nazaret vino a darte vida desde aquí en la tierra, además con Él gozarás después en la eternidad. Esto no quiere decir que tu vida se convertirá en un lecho de rosas, te mentiría si te digo que sí; pero si vas a encontrar en el Señor el refugio y la fortaleza que se necesita para continuar. Te invito a que lo conozcas con una oración como ésta:


Señor Jesucristo: Yo te necesito; te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Toma el control de mi vida, perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor porque puedo confiar en ti. Mi vida está en tus manos. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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