martes, 25 de octubre de 2011

En memoria de mi padre

Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.
Salmo 90:12.


Lectura diaria: Salmo 90:1-12. Versículo para destacar: Salmo 90:12.


ENSEÑANZA


Este Salmo escrito por Moisés nos muestra que aquí no estamos sino de paso, que cuando el Señor nos llama, todo se esfuma porque no somos más que polvo (v.3) y la vida es como un sueño (v. 5); que los años pesan y pasan con nosotros (v .10). Por eso Señor: ¡Enséñanos a contar bien nuestros días!

Hoy mi padre cumpliría 88 años y permítanme desde mis humildes devocionales hacerle un homenaje póstumo con algunos apartes de una hermosa poesía que es muy larga y que él le compuso al río Guaviare, en su llano que tanto amaba:


LA EPOPEYA DEL GUAVIARE


Se aleja de occidente

Bajo sombras corpulentas… y orgulloso

Va a darle vida con su sangre fuerte

El Guaviare, a su hermano el Orinoco.


Nací allá donde el azul del cielo

Parece unirse a un picacho de la tierra

Y la rosa del sol y de los vientos

Más temprano y sin demora llega.


Allá donde columbra la frontera

Se detiene un instante pensativo

En el follaje de la espesura inmensa

Y en sus hombres que deja en el camino.


Allí se agigantan y se unen

Dos hermanos de América invencible

Ponen el tricolor en sus testuces

Y cantando siguen el ¡Gloria al bravo pueblo!

¡Oh gloria inmarcesible!


Se dicen mutuamente el uno al otro

Nada de lo que ha pasado vale

Tampoco lo que viene es tarde

¿Tú eres de Venezuela el Orinoco?

¡Oh, sí! ¿Y tú? ¡Yo de mi Colombia su Guaviare!


Como un niño gimiendo se despide

¡Adiós madre bendita! ¡Patria mía!

Mándame rosas y lirios al Atlántico y Caribe

Te juro por mis hijos, por mi casa andina

volver a regarte con mis lágrimas.


Poesía inédita de José Samuel Pachón Rincón (1913-2011). Reservados todos los derechos.


Me pregunto: ¿Por qué somos tardíos para actuar y no hacemos lo debido en vida?

Lo único que sé, es que allá en el cielo mi padre y mi madre me están aguardando y esperan verme allí:mi madre para abrazarme nuevamente y mi padre para componerme otra poesía.


No dejes que tus días pasen sin sentido, es hora de entregarle tu vida al Rey de reyes y Señor de señores, ¿quieres hacerlo? Te invito a orar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi corazón para que seas mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados y toma el control del trono de mi vida; hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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