domingo, 9 de octubre de 2011

Agua y luz en el camino

Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz.
Salmo 36:9.


Lectura diaria: Salmo 36:1-12. Versículo para destacar: Salmo 36:9.


ENSEÑANZA


Cuando vamos por un camino largo necesitamos dos cosas para proseguir: agua y luz. Sin el agua sería muy difícil por no decir imposible; y si ya está oscuro, lo mejor es parar, descansar y esperar que nuevamente salga la luz del sol para continuar. La vida se convierte en un extenso caminar y si queremos terminarlo de la mejor manera, debemos recurrir a quien dijo ser precisamente eso: Jesús de Nazaret. “Yo soy el camino” (Jn. 14:6); “pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Jn. 4:14); “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12). Cuando nos convertimos al Señor, tenemos que tener la certeza que su Palabra es verdad y que todo lo que se encuentra en ella es para bien de nosotros. Jesús no solo es el camino, es la verdad y esa verdad es la que nos da libertad (Jn. 8:32). Libertad para proseguir sin temer mal alguno porque todo lo tenemos bajo nuestras manos y control, si sinceramente tomamos por la fe aquellas verdades escritas en la Biblia y que nos corresponden como hijos de Dios. Simplemente, tenemos que apropiarnos de sus promesas y saber que si están ahí, son para uso personal y las tomaré en el momento que sea necesario. ¿Acaso si tenemos un vestido suntuoso o una sudadera no nos los colocamos en la ocasión precisa? Estoy convencida que cuando el Señor dice por ejemplo: “Levántate y anda” es porque tengo que obedecer y poner a funcionar mi fe. Igualmente sucede en innumerables situaciones que pasamos por alto sin creer que lo que dice en la Escritura es para nosotros. Para Dios no hay nada imposible; los imposibles no existen para Él. Él nos hizo y sabe mejor que nadie cómo estamos constituidos; sabe a ciencia cierta que vino a darnos vida y vida en abundancia. El Señor es el dueño de todo el oro y la plata del mundo y desea que seamos prosperados; que sigamos por su senda cogidos de su mano para saciarnos en el momento necesario y darnos una nueva luz para perdurar sin desmayar.

Como lección, aprendamos a poner en acción nuestra fe; a entender que si así lo dice, así es; ¿y si no por qué cuando oramos al final terminamos con un “amén”? Amén, significa: así sea, en verdad, ciertamente. Sí, ciertamente su Palabra es verdad; ciertamente Jesús es la fuente de la vida y la luz por donde nos movemos. Ciertamente con Él somos ricamente bendecidos en todas nuestras áreas.


Si deseas conocer a quien dijo ser lo que es: a Jesucristo; el Señor y Salvador del mundo, te invito a orarle así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Confieso que soy pecador y creo en mi corazón que tu bendita sangre me limpia completamente. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador personal. Toma mi vida y pon mi nombre en el libro de la vida. Gracias Señor porque si tu Palabra dice que así es, yo lo declaro como verdad y por consiguiente sé que contigo tengo la vida eterna. Gracias por llevarme de tu mano por el camino proveyéndome tu agua y luz para proseguir. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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