domingo, 2 de octubre de 2011

¡Gracias Señor!

El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en el confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.
Salmo 28:7.


Lectura diaria: Salmo 28:1-9. Versículo para destacar: Salmo 28:7.


ENSEÑANZA


A pesar de las dificultades que vivimos, hay regocijo en nuestras vidas al saber que el Señor Todopoderoso responde las plegarias que le hacemos. Un sobrino de mi esposo estaba según los médicos más muerto que vivo, pero para Dios no hay nada imposible y ayer tuvimos buenas noticias sobre él. “Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias”. Sí mi Señor, muchas gracias por tu bondad y amor; muchas gracias porque estás atento a escucharnos y a enseñarnos a vivir del modo que te gusta. Gracias porque eres el Médico por excelencia y cuando aquí se dice: “No”, tu sonríes y contestas: “Sí”.

A todas las personas que están pasando momentos difíciles en su vida, sea por crisis familiares o económicas; o por pérdida de un ser querido, les quiero decir que no bajen la guardia; Dios es más poderoso que cualquier institución financiera y el más convincente de los sabios. Él es el único que puede cambiar corazones y vidas. Con Él lo oscuro se hace claro y lo pesado liviano. Y cuando alguien a quien amamos se va de nuestro lado, y esto para ti, mi querida Elizabeth, sentimos que el mundo se nos derriba; sin embargo Dios está ahí, abrazándonos y llenándonos de paz y fortaleza porque somos preciados ante sus ojos. No temas Elizabeth porque de ahora en adelante el Señor mismo será tu Hacedor.

Gracias Señor por lo bueno y por lo malo que a diario vivimos. Enséñanos a verte en la alegría y en la tristeza; a agradecerte cualquiera que sea la situación por la que estemos atravesando. La Biblia nos manda a dar gracias en todo porque esa es la voluntad de Dios (1 Ts. 5:18); y a no inquietarnos por nada; más bien a presentar nuestras peticiones a Dios con oración y ruego, dándole gracias ( Fil. 4:6). Pongamos en práctica estos pequeños detalles para Dios, que Él nos contestará con maravillas asombrosas.


Jesús vino a darte vida eterna. Si aceptas su invitación, Él estará contigo, jamás te dejará y te abandonará; no importa lod múltiples problemas que se tengan. Si es tu deseo podemos orarle así:


Señor Jesucristo, yo te necesito. Reconozco que viniste a morir en mi lugar; confieso que soy pecador y te pido perdón por ello. Te acepto en mi vida, como mi Señor y Salvador personal. Gracias Señor por lavarme y limpiarme de todos mis pecados y por llevarme de tu mano hacia la vida eterna. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: