jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Qué refleja nuestro rostro?

¡Haz, Señor, que sobre nosotros brille la luz de tu rostro!
Salmo 4:6b.


Lectura diaria: Salmo 4:1-8. Versículo para destacar: Salmo 4:6b.


ENSEÑANZA


Según el Salmo, el rey David seguía unas pautas con las que agradaba a su Señor diariamente; veamos:

Hay que anotar que ante todo él no interrumpía su comunicación con Dios; lo buscaba tanto para alabarle, como para suplicarle (v.1). Hace un llamado a los suyos para que dejen la idolatría (v. 2). Sabe por experiencia propia que le es fácil enojarse, pero deja claro que una cosa es enojarse y otra el dejarse llevar por el enojo (v. 6a). Algo muy bonito que nos enseña es que para descansar en paz antes de buscar el sueño, hay que examinar el corazón (v. 6b). Buscar la justicia y la esperanza (v. 5). La persona que actúa siguiendo estos parámetros, le será fácil mostrar una cara de alegría y regocijo permanente pese a las vicisitudes que se le puedan presentar porque disfrutará del momento así tenga mucho o poco, porque siempre su corazón estará agradecido con lo que Dios le ha dado (vv. 6-7). Dicen que las preocupaciones nos quitan el sueño y lo hemos podido cada uno comprobar. Esto nos sucede porque no hemos aprendido a vivir confiadamente en el Señor, ni bajo su protección. El rey termina su Salmo diciéndonos lo que él hace: “En paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado” (v. 8).

¿Qué refleja nuestro rostro ante los demás? ¿Tristeza, amargura, desilusión, intranquilidad, afán, codicia? ¿Cuál cara le estás mostrando al mundo, la de un dios hechicero y derrotado o la de nuestro grandioso Dios y Señor Jesucristo? Como lección, sería muy útil practicar estas pequeñas instrucciones en el diario vivir y comprobar que se convierten en una realidad en nuestra vida. ¡Que en nuestro rostro brille la luz del Señor en todo momento!


Es el Espíritu Santo el encargado de llenarnos de alegría, paz, bondad y dominio propio entre otros. El Señor Jesús le dejó su Santo Espíritu a todo aquel que cree en Él y se le acerca humildemente en actitud de perdón y reverencia. ¿Deseas tener esa comunicación con el Señor? Te puedo guiar con una corta oración para que le entregues tu vida a Jesús y te enseñe a andar diariamente de la mejor manera. Podemos orar así:


Amado Jesús: Hoy decido aceptarte en mi vida como mi suficiente Señor y Salvador. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Guíame de tu mano y permíteme vivir de acuerdo a tu santa voluntad. Haz Señor que tu rostro brille sobre mí. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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