sábado, 24 de septiembre de 2011

Integridad para vivir en su templo


¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte?
Salmo 15:1.

Lectura diaria: Salmo 15:1-5. Versículo para destacar: Salmo 15:1.

ENSEÑANZA

¿Señor, quién habitará en tu templo? Una buena pregunta para hacernos y reflexionar sobre el cuestionamiento. Aquí en el Salmo se nos dice que el de conducta intachable, que obra justamente sin hacerle mal al prójimo ni aprovecharse de su condición y dice la verdad; el que cumple lo que promete (vv. 2-5); en una palabra el que actúa íntegramente. Pero volvamos a los Salmos; en el Salmo 5:7 está escrito lo siguiente: “Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo”. Entonces vemos la mano de Dios compasiva y misericordiosa como siempre, tendida hacia todo aquel que le busca con corazón sincero. La persona que ha nacido de nuevo con el Señor Jesucristo persiste en la santidad porque como hijo obediente en todo lo que haga, debe seguir el ejemplo de Jesús quién lo llamó (1 Pe. 1:14-15). Desde la época antigua fue mandato para el pueblo de Dios: “Sean santos, porque yo el Señor su Dios, soy santo” (Lev. 19:2).
Tenemos que tener claridad en cuanto a la naturaleza del hombre regenerado, el que se ha dejado alcanzar por esa mano bondadosa y acepta a Cristo como Señor y Salvador de su vida; el que tiene el Espíritu y acepta lo que procede del Espíritu de Dios; él ya está marcado con su preciosa sangre y es hechura suya; es pueblo adquirido por Dios para proclamar su nombre. Es nación santa, apartado para Dios. Desde el momento de su conversión, es templo de Dios, y el Espíritu de Dios habita en él (1 Co. 3:16); su cuerpo ha pasado a ser propiedad de Dios, es templo del Espíritu Santo (1 Co. 6:20), y como tal hay que respetarlo y hacerlo sentir. El templo de Dios es sagrado porque precisamente es íntegro, es santo.
Como conclusión: entremos a ese templo limpios de manos y con corazón puro, buscando la santidad porque de esta manera glorificamos el nombre de Jesús y agradamos al Padre Celestial.

¿Quieres entrar en su templo? Como pudiste apreciar en el devocional, para tener esa relación íntima con el Señor, tienes que decidirte a aceptarlo en tu vida como Señor y Salvador personal, de esta manera comienzas una nueva vida con Él y vienes a ser templo del Espíritu Santo. Si tu decisión es postiva, te invito a orar así:

Señor Jesucristo: yo te necesito. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador personal. Toma mi vida, perdona mis pecados y hazme como quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo; por perdonarme y limpiarme, y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu quien habitará en mí y me regenerará día tras día, llevándome a la perfecta santidad contigo. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: