viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Ayuda idónea o ayuda errada?

Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor.
1 Reyes 21:25.


Lectura diaria: 1 Reyes 21:1-29. Versículo para destacar: 1 Reyes 21:25.


ENSEÑANZA


Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Dios habla de no juntarnos en yugo desigual. La desobediencia trae consigo consecuencias que como en el caso de los reyes, las pagaron no solamente ellos sino también sus familias y el pueblo en general. Por desobedecer Salomón al Señor y juntarse con infinidad de mujeres cananeas el reino se dividió. Ahora en la lectura vemos como el rey de Israel se casó con la hija del rey de los sidonios y se dedicó a servir a Baal y a adorarlo. Esta mujer mala y perversa lo incitaba a realizar actos perversos, donde el rey se doblegaba ante ella y le permitía incluso tomar decisiones por él, como en el caso de Nabot; la respuesta de Dios no se hizo esperar, mandó a Elias a decirle: “¿No has asesinado a un hombre, y encima te has adueñado de su propiedad?” (v. 19); “¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre! (v. 19b)”; “Voy a enviarte una desgracia. Acabaré contigo, y de tus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre” (v. 21); “Haz provocado mi ira y has hecho que Israel peque” (v. 22); “Y en cuanto a Jezabel, el Señor dice: Los perros se la comerán junto al muro de Jezrel” (v. 23). Al analizar las consecuencias que esto trae, vemos muy bien hasta dónde puede influenciar una mala mujer a un hombre y llevarlo a la desgracia completa. En el caso de Acab por ser el rey, las secuelas fueron más allá: el pueblo cargó con ellas también. A diario tenemos espejos de situaciones similares: hombres que les falta por un lado dominio propio y por otro dignidad, y se dejan llevar por las actuaciones de su compañera o esposa hasta quedar completamente en la ruina y con la autoestima por el piso. Esto no es lo que Dios quiere para sus hijos, por eso se debe tener en cuenta seriamente las palabras dichas por el apóstol Pablo en el Nuevo Testamento: “No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? ¿Qué armonía tiene Cristo con el diablo? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? (2 Co. 6:14-15). Como lección reflexionar sobre el tema.


Te invito a conocer a Jesús, el Señor y dador de la vida y en quien tenemos salvación. ¿Deseas hacerlo? Si tu respuesta es sí, te sugiero que oremos de esta manera:


Señor Jesucristo: Yo te necesito; te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados, toma el control de mi vida y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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