jueves, 1 de septiembre de 2011

Igual al corazón de Dios

Yo sé, mi Dios, que tu pruebas los corazones y amas la rectitud
1 Crónicas 29:17.


Lectura diaria: 1 Crónicas 29:10-29. Versículo para destacar: 1 Crónicas 29:17.


ENSEÑANZA


Estas palabras fueron dichas por el rey David en su oración al Señor, antes de morir. Y quién mejor que él para saber cómo prueba Dios los corazones. David, tenía un corazón conforme al corazón de Dios. El corazón del hombre es egoísta, destructor, orgulloso, altivo, duro: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad” (Mc. 7:21-22); No es que David no hubiese pecado, es que tuvo la valentía de reconocer su pecado y con corazón contrito y humillado rendirse ante su Señor.

Al hombre, en el Antiguo Testamento, le fue difícil tener un corazón dócil por eso el Señor les afirmó a los fariseos que por la dureza de su corazón, les había permitido el divorcio (Mt. 19:8 V. RV); La Nueva Versión Internacional, nos amplía más este concepto bajo las palabras: “lo obstinados que son”. El corazón duro es obstinado, testarudo y terco; no da el brazo a torcer por orgullo y arrogancia.

¿Cómo desea Dios que sea nuestro corazón? Como el de Él. Un corazón apacible, compasivo, perdonador, misericordioso, justo, lleno de amor. Para Dios es muy importante el corazón y la Biblia está llena de versículos que nos hablan sobre el tema: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mt. 12:34b), se dice que conocemos a una persona por sus dichos y aquí lo comprobamos; también sabemos que el corazón del hombre se deja llevar fácilmente por la avaricia y “donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt. 6:21); ¿cuántos secuestros, homicidios, robos e injusticias se presentan por el deseo de acumular riquezas? Dispongámonos a tener un corazón limpio ante los ojos del Señor, para que seamos doblemente bendecidos (Mt. 5:8).


Dios mostrando un corazón compasivo, perdonador y en sublime amor, mandó a su Hijo Jesús al mundo, para cambiar los corazones de la humanidad: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne (EZ. 36:26). Este corazón, es el que está disponible para todos a través de Jesucristo.


Yo te invito a cambiar tu corazón duro por uno blando, abierto a Jesús y por consiguiente a tu hermano que tienes al lado, al prójimo que nunca has podido mirar con ojos compasivos. Si quieres podemos orarle al Señor, así:


Amado Jesús: Confieso que soy pecador y mi corazón está completamente endurecido; te pido perdón por ello. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador personal. Ven a mi vida y cámbiame; hazme la persona que deseas que yo sea y dame un corazón de acuerdo al tuyo. Gracias Señor por hacerlo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.


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