martes, 6 de septiembre de 2011

En medio de la admirable creación está el hombre

Dios hace tronar su voz y se producen maravillas; ¡Dios hace grandes cosas que rebasan nuestra comprensión!
Job. 37:5.


Lectura diaria: Job 37:1-24. Versículo para destacar: Job 37:5.


ENSEÑANZA


Cuando era pequeña recuerdo una serie de libros que mi madre nos compró y uno de ellos se llamaba: “Las maravillas de la creación”. Eran libros ilustrados con muchas imágenes que nos recordaban la mano de Dios en su obra creadora. Tal vez, en esos tiempos era más fácil recapacitar y valorar la maravillosa creación; pues ahora, la tecnología empaña en cierto modo esa majestuosidad y pareciese que todo fue creado sin pormenores, al igual que se pasa cada día de un invento bueno a uno mucho mejor, como subvalorando lo anterior.

Recapacitemos por un momento y pensemos en los ejércitos de hormigas y abejas por ejemplo. ¿Cuántas lecciones no sacamos de ellas? Pensemos en lo esplendoroso de sus cielos: “¿Sabes cómo controla Dios las nubes, y cómo hace que su relámpago deslumbre? ¿Sabes cómo las nubes, maravilla del conocimiento perfecto, se mantienen suspendidas?” (vv. 15-16). ¿Quién insta a las ballenas jorobadas o a las aves a buscar refugio en otros lados cuando va a llegar el invierno? ¿Qué es en sí la savia que nutre las plantas día a día para permitir su color? “El Todopoderoso no está a nuestro alcance; excelso es su poder” (v. 23). Es el Espíritu del Señor que se manifiesta en cada lirio, en cada flor del campo revistiéndose de hermosura para deleite de la humanidad y expresión de agradecimiento y exaltación de parte del hombre hacia su Creador.

Aún así, Dios colocó al hombre como cabeza de la naturaleza para que enseñoreara sobre ella (Gé. 1:28). Porque ni las plantas ni los animales, ni los astros, poseen el conocimiento ni la voluntad que Dios le permitió al hombre y ahí está el detalle: le corresponde a éste, valorar la obra majestuosa de su Creador y entender el propósito de Dios con él aquí en la tierra. Reconocer el plan perfecto de salvación que tiene dispuesto para él; porque no es por fuerza ni por ningún poder sino por su Santo Espíritu dice Zacarías; y agrega: “¿Quién te crees tú, gigantesca montaña? ¡Ante Zorobabel sólo eres una llanura!” (Zac. 4:6 y 7), como diciendo: ante el hombre no vales nada. Él es mi creación perfecta. Entonces, ¿por qué no responderle a nuestro Dios como es su deseo?

Como lección busquemos encontrarnos con la naturaleza, de esa manera nos encontraremos también con nuestro Dios y Creador. Admiremos desde el animalito más pequeño hasta el más grande, muy seguramente nos dejarán lecciones asombrosas.


El deseo de Dios es que el hombre se salve, que llegue al arrepentimiento; por eso envió a su Hijo Jesús, a venir a rescatarlo de las llamas del infierno. Este mensaje es para ti: Tú vales mucho más que todo lo creado en el universo entero y por eso Dios quiere ofrecerte plena salvación. La manera de aceptarlo es reconociendo lo que vino a hacer Jesucristo por ti, aquí en la tierra. Si es tu deseo puedo sugerirte que hables con Él, en una corta oración como ésta:


Señor Jesucristo: Ahora entiendo que soy pecador y te pido perdón por ello. Te entrego mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Toma el control de ella, y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por perdonar mis pecados y mostrarme que soy tu creación perfecta. Gracias por darme la salvación. En tu santo nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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