martes, 21 de diciembre de 2010

Ríos de agua viva

–¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.
Juan 7:37b-38.


Lectura diaria: Juan 7:37-44. Versículo del día: Juan 7:37b-38.


ENSEÑANZA


Jesús, no solamente se presentó como el pan vivo para el hambriento, sino también como el agua capaz de calmar al sediento. Con anterioridad ya le había hablado a la mujer samaritana sobre lo mismo (Jn. 4:1-14). Más adelante en el versículo 39 nos confirma que sería el Espíritu Santo quien haría esta obra en cada uno de los que le aceptaran cuando Él fuera glorificado. Esto sucedió exactamente después de su ascensión al cielo (Hch. 2:1-12); y no solamente el Espíritu estaba disponible para sus discípulos. El Espíritu Santo, está ahí presente para glorificar al Hijo en cada uno de los que le permiten la entrada a Jesús, como Señor y Salvador personal. Correrán ríos de agua viva que les inundará y dará el poder para seguirle como testigos en el mundo entero (Hch. 1:8). El Hijo vino a glorificar al Padre y el Espíritu Santo a glorificar al Hijo. Nosotros a su vez cuando nos convertimos a Cristo, estamos glorificando al Padre por creer en el Hijo y al mismo tiempo al Espíritu, que nos dirige y guía por el camino que debemos seguir. Para poder ser un cristiano con denuedo, se debe pedir la llenura del Espíritu y dejarse inundar de su agua viva. En Efesios 5:18, se nos da la orden, “sean llenos del Espíritu”. El Espíritu Santo se convierte así en el motor que nos mueve para ser verdaderos hijos de Dios. Si tienes sed de Dios, para calmarla, te sugiero aceptes a Jesús en tu vida. Al hacerlo entrarán en ti, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y correrán de tu interior ríos de agua viva.


Un abrazo y bendiciones.

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