lunes, 13 de diciembre de 2010

Nosotros vamos bajando, ellos van subiendo

A él le toca crecer, y a mí menguar.
Juan 3:30.


Lectura diaria: Juan 3:22-30. Versículo del día: Juan 3.30.


ENSEÑANZA


La tarea de los padres no es cosa fácil y desafortunadamente nunca hicimos escuela o fuimos a entrenarnos a una institución para saber cómo educar a los hijos. Sin embargo, la Palabra de Dios, que ningún tema deja por fuera, nos guía a tener mejores relaciones en el hogar para que prime la espiritualidad, el amor y la fraternidad (Col. 3:18-21). Por eso es importante desde los comienzos de un nuevo nido, edificarlo con virtudes tales como el amor, el respeto, la tolerancia, y la colaboración entre otras. Proverbios 14:1 dice: “La mujer sabia edifica su casa; la necia con sus manos la destruye”. Aunque el trabajo y liderazgo de un hogar recae primordialmente en el esposo, no podemos dejar a un lado la influencia de la mujer en los hogares. Por algo dice el versículo de Proverbios que la sabia edifica; es la que va construyendo poco a poco en los hijos valores cristianos, éticos y morales de tal manera que se levanten niños y niñas capaces de dar la cara, y útiles a la sociedad. Es importante ir a la par de ellos mientras van creciendo tanto en edad como en formación porque llegará el día en que recojamos los frutos sembrados, hasta el momento de soltarlos. Alguien decía que había notado su declive como madre, cuando en vez de coger ella a su hijo para cruzar la calle, lo hizo él; y es muy cierto y significativo. Llega el momento en que si supimos sembrar, empezamos a ver la cosecha. Entonces caeremos en cuenta que el legado dejado es propicio para seguir su crecimiento y nosotros con la satisfacción del deber cumplido, hacernos a un lado para que ellos continúen. Esto se aplica no solamente al área espiritual, sino también en todos los campos donde se mueven: laboral, familiar, social, etc. Por ejemplo, si ya están casados, tenemos que ser sensatos como padres y dejarlos fluir. No debemos intervenir en sus hogares; lo enseñado ya se cimentó y ahora tenemos que esperar a la construcción de nuevas vidas; gozosos observar, como el ciclo continúa: Nosotros menguar para que ellos crezcan.


Un abrazo y bendiciones.

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