sábado, 4 de diciembre de 2010

Los triunfos son tuyos Señor

No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.

Lucas 12:32.


Lectura diaria: Lucas 12:22-34. Versículo del día: Lucas 12:32.


ENSEÑANZA


Estaba preocupada porque hoy he tenido tanto que hacer que en verdad no tuve el tiempo esta mañana para hacer mi devocional. He estado ocupada en actividades extras y con este invierno que no merma, cualquier salidita a hacer diligencias se lleva todo el día. Hasta ahora entiendo que aún en mis afanes el Señor estaba obrando. Doy gracias a Dios porque me permitió experimentar a las 9:45 de la noche una alegría más que deseo compartirles: el grado como bachiller de nuestra hijita menor. Hasta que no me senté y respiré profundo, no pude comprender la inmensa bondad y misericordia de Dios. ¡Una celebración más! No merecemos tanto ni somos acreedores de tantos regalos. Pero el Señor nos dice: “Es la buena voluntad del Padre darles el reino”. Su trato hacia nosotros es el de una corte rindiéndonos todo a disposición. Él se alegra en hacernos feliz y brindarnos todo su amor sin importar la clase de hijos que seamos. No comprendemos ese amor porque como nosotros no somos capaces de ofrecerlo, creemos que Dios es lo mismo, pero estamos equivocados. Debemos permitir que el curso de la vida siga sin afanarnos tanto y dejando las últimas decisiones en su mano. ¿Para qué temer y preocuparnos tanto si su buena voluntad es siempre darnos lo mejor? Su amor es incondicional y por más pequeños que sean los suyos no se debe temer porque como hijos del Gran Rey, todo está dispuesto: “Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume me cabeza; has llenado mi copa a rebosar” (Sal. 23:5). Señor, gracias por tantos favores recibidos. Gracias porque día a día veo la obra tuya en mis hijos y me llenan de alegría los triunfos de ellos. Hoy te dedico este primer peldaño de Sarita para que con tu inmensa bondad la dirijas por el camino trazado que le tienes. Bendice su vida y permíteme celebrar contigo este éxito alcanzado. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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