domingo, 26 de diciembre de 2010

¡Han visto mis ojos tu salvación

Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Lucas 2:30-32.


Lectura diaria: Lucas 2:21-40. Versículo del día: Lucas 2:30-32.


ENSEÑANZA


El pasaje de lectura nos muestra dos hechos relevantes que dejan maravillados a José y María. Uno hace referencia a un hombre justo y devoto llamado Simeón (parece ser ya entrado en años por sus palabras en el versículo 29: “ya puedes despedir a tu siervo en paz”), que esperaba la redención de Israel y el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin ver al Cristo del Señor. Cuando sus padres llevaron al niño Jesús para cumplir lo establecido por la ley y presentarlo en el templo, este hombre lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios exclamando su alegría por poder ser testigo directo del cumplimiento de la profecía: “Porque han visto mis ojos tu salvación”. El otro hecho se refiere a Ana, una mujer profetisa y viuda desde muy joven; a partir de ese tiempo dedicada a la oración y adoración a Dios en el templo, quien al ver al niño comenzó a hablar a todos los que esperaban al Cristo redentor. Muy claro; un acontecimiento tan extraordinario no podía pasar inadvertido. Cuando un suceso nos impacta fuertemente y toca hasta lo profundo de nuestro ser, no podemos callar y lo divulgamos por doquier; así pasen los días y los años es difícil despegarse de él porque ha quedado grabado reciamente. Al igual que el anciano Simeón o la profetisa Ana, somos parte de esa salvación y es nuestro deber no callar sino comenzar a hablar de ese niño que creció y fue el mismo que padeció y vino a morir por los pecados. Tú y yo que lo hemos visto con nuestros propios ojos, estamos obligados a promulgar su Nombre. No podemos seguir callando; son innumerables las proezas realizadas por el Señor en nuestras vidas, empecemos a contarlas como testimonio de que Él es una vivencia real, para que otros muchos también puedan exclamar: ¡Han visto mis ojos tu salvación!


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: