jueves, 9 de diciembre de 2010

La presencia del Señor

Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.
Juan 1:48.


Lectura diaria: Juan 1: 43-51. Versículo del día: Juan 1:48.


ENSEÑANZA


Estar en la presencia del Señor es indescriptible. Es el momento más íntimo que podemos tener con Él, donde todo se vuelve música y pareciese que hasta la suave brisa al contacto en nuestro rostro proviene de su mano cálida. A lo largo de toda la Biblia vemos ejemplos claros de la presencia de Dios. Moisés a quien Dios consideró su amigo, se atrevió a decirle que si Él no iría con todos, mejor los dejara quietos, y le replicó: “Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En que seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra?” (Éx. 33:16). Cuando el Señor nos llama como en el caso de Natanael, nos asombra saber que no le somos indiferentes porque nos conoce y está presente hasta en lo más inseparable de nuestra vida. Al igual que a Moisés nos llama amigos: “los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” (Jn. 15:15). ¡Estar en su presencia es hermoso! Tal vez, nos encontremos “a la sombra de la higuera”, para los israelitas esta frase significaba estar en casa. Era el lugar favorito para meditar y descansar; quizá para recordar las palabras del Señor a su siervo Moisés: “Yo mismo iré contigo y te daré descanso” (Éx. 33:14) o como preámbulo de lo descrito por el profeta Miqueas: “Cada uno se sentará bajo su parra y su higuera; y nadie perturbará su solaz” (Mi. 4:4). ¿Necesitas hallar descanso ante la adversidad o quehaceres diarios que se presentan en tu vida? El mejor consejo es este: busca tu higuera y descansa bajo su sombra; allí medita y habla con tu Señor hasta que sientas su presencia alrededor tuyo. Te aseguro que no querrás que el tiempo pase y es la experiencia más maravillosa que puedas percibir. Quizá después del fuego por el que has pasado, te encuentres con el suave murmullo (al igual que Elías), que destila su presencia y te sientas quebrantado(a) ante tanto amor y fidelidad de quien no merecemos tanto. Señor, permite que la seguridad de saber que estás a nuestro lado, nos dé el descanso y la paz que necesitamos.


Un abrazo y bendiciones.

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