domingo, 12 de diciembre de 2010

El amor del Padre

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Juan 3:16.


Lectura diaria: Juan 3:14-21. Versículo del día: Juan 3:16.


ENSEÑANZA


Jesucristo, fue la promesa de Dios Padre hecha realidad. Su amor por la humanidad colmó el límite de las expectativas que se pudieran ofrecer, al enviar a su propio Hijo a pagar por el pecado de la humanidad. Solamente cuando entendemos ese inmenso amor, podemos verdaderamente agachar la cabeza y reconocer en Jesús al Salvador del mundo. Su amor sobrepasa todo entendimiento. Difícil de explicar cómo puede un padre poner a su hijo como ofrenda para expiación de otros: “Como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador” (Is. 53:7). Terrenalmente no lo entendemos, pero en Jesús se cumplió lo prometido cuando Adán y Eva pecaron. La Biblia nos enseña que al desobedecer Adán en el Edén, quedó separado de Dios y salió de allí pero con la promesa de un Mesías que sería el Cristo quien vendría a la tierra para restablecer la relación del hombre con Dios. A lo largo de todo el Antiguo Testamento se habla de Él con señales y profecías anunciando su venida. Cristo, es el puente que Dios envía a la humanidad para restituirlo nuevamente y así se convierte en el Mesías sufriente que viene para hacer partícipes del reino celestial a todo aquel que desea aceptarlo en su vida y seguir con Él el plan de Dios que tiene para la vida de cada uno de nosotros. El Padre entregó a su Hijo en sustitución por muchos. Lo entregó para que por medio de Él, los que creemos en su nombre nos convirtamos en hijos también “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Jn. 1:12), y en herederos de la promesa de una vida eterna juntamente con Él: “Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene vida eterna” (1 Jn. 5:11-12). ¿Quieres aceptar ese amor incondicional regalado por el Padre para ti? Solamente tienes que aceptar a Jesús como el Salvador de tu vida con una corta y sencilla oración de fe. Podemos orar así: Señor Jesucristo, eres la promesa enviada por el Padre para restaurar mi vida. Te pido que vengas a mí y te recibo hoy como mi suficiente salvador y redentor. Se tú el Señor y Amo de mi vida. Gracias por morir en una cruz en mi reemplazo, por perdonar mis pecados y darme una vida eterna. En tu nombre Jesús, amén. Te sugiero que busques una Biblia y empieces a leerla. Puedes empezar con el evangelio de Juan que es el evangelio del amor.


Un abrazo y bendiciones.

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