martes, 14 de diciembre de 2010

Ese soy yo

–Ese soy yo, el que habla contigo –le respondió Jesús.
Juan 4:26.


Lectura diaria: Juan 4:1-26. Versículo del día: Juan 4:26.


ENSEÑANZA


El pasaje donde el Señor habla con la mujer samaritana tiene mucha relevancia. El Señor conocía por igual tanto a judíos como a samaritanos porque todos provenían del patriarca Jacob, es decir, eran sus ancestros y aunque con el tiempo se marcaron diferencias entre ellos, aún los samaritanos conservaban sus sitios tradicionales como el pozo de Jacob, donde Jesús se sentó cerca a descansar. Como estaba fatigado se le ocurrió decirle a la mujer que le diera de beber un poco de esa agua, a lo cual ella extrañada le contestó: “¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana? (v. 9). Ese fue el preámbulo que usó el Maestro para hacerle entender que de su interior brotaba agua, muchísimo mejor que la asentada en el pozo. “Todo el que beba de esta agua (de la del pozo) volverá a tener sed –respondió Jesús–, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (v. 13). ¡Cuánta razón tenía el divino Maestro! El alma del hombre vive sedienta y solo puede ser calmada por la fuente inagotable que ofrece Jesús. Él es quien ahora ofrece el agua que emana de su ser para todo el que esté dispuesto a recibirla. Al igual que a aquella mujer, con su tierna voz te dice: “Si estás cansado, agobiado, enfermo o desilusionado de la vida, yo puedo ofrecerte el agua pura de vida eterna, porque.. Ese, soy yo, el que está hablando contigo”. La mujer del pasaje, se atrevió a decirle: “–Señor dame de esa agua para que no vuelva a tener sed” (v. 15). ¡Tú, también puedes hacerlo! Él te demostrará que sus palabras son indiscutibles.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: