viernes, 1 de octubre de 2010

Dichoso el que entiende el arrepentimiento

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad.
Salmo 32: 1-2.


Lectura diaria: Salmo 32:1-11. Versículos del día: Salmo 32:1-2.


ENSEÑANZA


Cuando tenemos algo que nos inquieta contra otra persona, debemos hablar para liberarnos de esa carga. Igualmente sucede en el ámbito espiritual, si sabemos que hemos pecado, debemos presentarnos ante el Señor y confesarle el pecado cometido, porque Él prometió perdonarnos y librarnos de ese yugo (1Jn. 1:9). No sacamos nada con guardar las transgresiones porque la conciencia nos va consumiendo (vv. 3-4). Al igual que el rey David cuando cayó, tenemos que manifestarle a Dios nuestra culpa. Si queremos que sus bendiciones no paren, debemos aprender y poner por obra esta acción. El Señor que es fiel y justo no solamente nos perdonará sino que seguirá guardándonos y velando por nuestras vidas, mostrándonos el camino que debemos seguir, hasta terminar la buena obra que empezó en cada uno. Es importante entender que el pecado no le agrada a Dios y que por consiguiente la ofensa es máxima, así no lo consideremos nosotros. Dios es santo y en Él no cabe el pecado por eso la actitud debe ser lo más humilde y sincera de arrepentimiento genuino y veraz. Nada sacamos con hacerlo teniendo en mente volver a hacer lo mismo en la primera ocasión “porque para eso está el perdón”, no. Con Dios no funciona la frase de “peco, confieso y empato”. Dios conoce el corazón y a Él no se le puede engañar. Aprendamos de este Salmo de David, a presentarnos ante el Señor, despojados de toda iniquidad y maldad, con verdadera contrición de corazón de tal manera que lo hecho nos afiance en el propósito de no volver a reincidir en el pecado. Gracias Señor porque nos podemos acercar a ti, sabiendo que tu nunca nos deshechas y que amas al pecador arrepentido.


Un abrazo y bendiciones.



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