jueves, 14 de octubre de 2010

Camino de vida y camino de muerte

Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.

Proverbios 14:12.


Lectura diaria: Proverbios 14:1-35. Versículo del día: Proverbios 14:12.


ENSEÑANZA


Podríamos decir que el paso por el mundo como peregrinos que somos, pone a disposición nuestra un laberinto; diferentes caminos para llegar a la meta deseada, pero solamente uno conduce a feliz término. El hombre muchas veces cree que el camino del poder y de la riqueza son los exactos, pero está equivocado. El poder es engañoso, hoy se puede tener y en unas horas llegar a ser un perfecto desconocido. Y las riquezas se esfuman de un momento a otro, Proverbios 23:4-5 nos confirma que salen corriendo como si les salieran alas. Así que si estas dos opciones nos parecen correctas, estamos extraviados del camino. Puede existir el camino del conocimiento, pero el conocimiento sin Dios, no sirve de nada (1 Co. 1b). Si anhelamos la senda del altruismo y nos negamos a nosotros mismos por amor al prójimo y no tenemos la fe enarbolada por delante, poco lograremos. La fe sin obras es muerta, y de igual manera, las obras sin fe poco o nada sirven para llegar. En conclusión, la fama, la grandeza, el poder, la riqueza y la sabiduría le corresponden a Dios y por consiguiente provienen de Dios, y sin Él es imposible encontrar el camino verdadero. Es mentira eso que nos han metido en la cabeza de: “Todos los caminos conducen a Roma”, haciéndonos creer también, que si invocamos al santo de devoción o al hechicero o brujo famoso, vamos a encontrar a Dios. Así nos cueste aceptarlo y entenderlo, solamente hay un camino verdadero para seguir y ese camino está en Jesucristo (Jn. 14:6). Cuando por fin después de dar tantos tumbos, logramos hallarlo, todo lo demás que se nos ha presentado como ruta segura, pasa a un segundo nivel. Hay que tener en cuenta que Dios desea para sus hijos lo mejor y que el poseer riqueza, fama, conocimiento y todo lo beneficioso para la vida, no es pecado; ahí entra a jugar un papel predominante la clase de administrador que pretendemos ser: “Por eso si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas?” (Lc. 16:11). Busquemos al Señor Jesús, entreguémosle la vida a Él y Él se encargará de dirigirnos por la senda segura que lleva a la vida eterna. “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?” (Mr. 8:36). Amado Jesús: Quiero transitar contigo por el camino correcto. ¡Llévame de tu mano!


Un abrazo y bendiciones.

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