miércoles, 6 de octubre de 2010

El Señor se inclina y escucha

Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
Salmo 40:1.


Lectura diaria: Salmo 40:1-11. Salmo 40:1.


ENSEÑANZA


¿Cuántos no podemos decir como David? Si creemos que solamente Dios escuchaba antiguamente a sus siervos, estamos equivocados porque El no se ha muerto y vive más que nunca para estar al lado de quienes le invocan. Al hacer un recuento de nuestra vida y devolver la película tenemos que darle gracias a Dios, por las innumerables bondades que ha tenido hacia nosotros. Aún ante el dolor cuando sinceramente le clamamos, nos levanta y fortalece haciéndonos sentir su presencia y reconfortándonos con su Palabra. Personalmente puedo decir como David: “Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plató en terreno firme” (v. 2). Cuando nos sentimos al borde de la muerte y le imploramos su misericordia, y comprobamos que nos oye no podemos dejar de alabarle y reconocer su grandeza ante quienes nos rodean: “En medio de la gran asamblea he dado a conocer tu justicia” (v. 9). ¡Es imposible callar cuando hemos recibido tanto amor! Tal y como el Señor lo hizo conmigo y con muchos otros, puede hacer con el que esté angustiado y se considere al borde de la muerte. “El Señor lo confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor” (Salmo 41:3). Hay que confiar y poner los ojos ante el Señor, así estemos pasando el peor de los momentos porque Él se inclina amoroso y escucha nuestras peticiones. Jamás nos dejará ni nos abandonará.


Un abrazo y bendiciones.


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