viernes, 29 de octubre de 2010

La grandeza de Dios

Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuan profundos tus pensamientos!

Salmo 92:5.


Lectura diaria: Salmo 92:1-15. Versículo del día: Salmo 92:5.


ENSEÑANZA


Nunca comprenderemos la magnitud de la grandeza de Dios. Su grandeza va unida a su soberanía y poder. Es el Dios que todo lo puede y por qué no decirlo, hacer las cosas como bien le parezca. ¿Quiénes somos nosotros para reprocharle sus decisiones? Sí, su sabiduría está por encima de todo lo creado: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! ¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague? Porque todas las cosas proceden de Él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén (Ro. 11:33-36). La lección es imitar al salmista y reconocer en el Señor al Dios Todopoderoso, dándole a Él toda la gloria y honor que merece. Los cristianos deberíamos gloriarnos de nuestro Dios grandioso; aprender a vislumbrar las maravillas de su creación, deleitarnos en una hermosa noche estrellada o en un atardecer llanero. Admirar el mar abierto con sus crujientes olas y hasta contemplar el resplandor de los relámpagos fulgurantes que emiten truenos semejantes quizá, a la voz de Dios como diciéndonos: “Aquí estoy yo”. El texto de romanos nos invita a descubrir seriamente la grandeza de Dios. Exaltemos su nombre y tributémosle la adoración que merece. Ahora pregúntate: ¿Estas enorgullecido de tu Dios? ¿Verdad que sí? Nadie puede hacer las obras como las que hace Él.


Un abrazo y bendiciones.

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