lunes, 18 de octubre de 2010

Hasta que anuncie tus prodigios

Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios.
Salmo 71:17.


Lectura diaria: Salmo 71:1-24. Versículo del día: Salmo 71:17.


ENSEÑANZA


Le doy gracias al Señor por haberlo conocido desde mis años juveniles. A pesar de las vicisitudes de la vida con las que todos tenemos que enfrentarnos, aquí estoy. Este trasegar es un aprendizaje día a día. A veces creemos que ya nos las sabemos todas y ¡zas! El Señor nos manda un recordatorio porque todavía nos falta. Él como buen guía, sabe cuál es la mejor senda para que sigamos y cuando nos queremos desviar o nos sentamos sobre los laureles tiene que volver a usar sus métodos para empujarnos nuevamente. Estoy convencida que si no hubiese sido por mi enfermedad, jamás habría empezado a enviar los devocionales. Quizá sí lo pensé con anterioridad como un proyecto más; sin embargo al encontrarme contra la pared, tomé la resolución de empezar. ¡No sabía yo cuánta bendición me estaba perdiendo! Los devocionales han sido el motor de mi vida en estos dos años ya largos, de todo mi proceso. Tengo que decir que lo aprendido en mi juventud y vida anterior, han sido los pilares para que ahora pueda trasmitir el conocimiento dado por mi Señor y pueda regalar un poquito a los demás de ese amor y misericordia que un día Jesús me ofreció. No importa que ya peine canas, lo importante es guardar mi corazón para continuar dando a conocer hasta el último minuto de mi vida, la grandeza de mi Dios. “Todo el día repetirá mi lengua la historia de tus justas acciones” (v. 24). Anunciaré tu poder a generaciones venideras y que conozcan tus proezas, los que todavía no han nacido (v. 18b). Vislumbro mi vida, meciendo en mis brazos a los bebés de mis hijos, recitándoles pasajes de la bendita Palabra de Dios y contándoles las hazañas realizadas por mi Salvador. “Lo que el justo desea, eso recibe” (Pr. 10:24b). Pero el punto clave no es si empezamos en el cristianismo desde niños o en la edad adulta; aun si fue en la vejez, el simple hecho de haber tomado la decisión de seguir a Cristo es motivo de satisfacción y de anhelo porque los que estén a nuestro alrededor le conozcan también. Todos, absolutamente todos los que un día le entregamos nuestra vida al Señor sin importar la edad, el color o el estrato, tenemos el compromiso de exaltar su nombre y llevar a otros a sus pies. Dios permita que aun en nuestra ancianidad no callemos la boca y glorifiquemos al Rey de reyes y Señor de señores. ¡No nos abandones Oh Dios hasta que anunciemos tus prodigios!


Un abrazo y bendiciones.

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