martes, 26 de octubre de 2010

Ejemplo de oración por los que vienen

No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos.

Juan 17:20.


Lectura diaria: Juan 17:20-26. Versículo del día: Juan 17:20.


ENSEÑANZA


Cuando leemos detenidamente el capítulo 17 del evangelio de Juan, podemos entender la magnitud del amor del Señor por sus discípulos, cuánto valían, valen y valdrán para Él cada una de estas almas rescatadas para su honra y gloria. Si bien es cierto que el “Padre Nuestro” es la oración por excelencia enseñada por el Señor Jesucristo, no deja de ser menos importante o quizá mayor. Estas fueron las oraciones de despedida. Aun en el momento más dramático de su vida, el Señor se moría de tristeza y compasión por los suyos y no quiso irse sin antes no haberle recomendado al Padre aquellos que Él le había entregado (Jn. 17:11). Cuando se entiende el valor de estas súplicas, entendemos también por qué estamos tan ligados a Jesús los creyentes. Es que el Señor, ni siquiera en su agonía puso por encima su dolor sin antes no haber orado exactamente por nosotros. Así como lo escribo, por ti y por mí. ¡Cuánta alegría sentí el día que lo descubrí! El Señor se acordó de orarle al Padre por mí en los últimos minutos de su vida pública. ¡Qué maravilloso! Saber que ya estaba incluía en su lista me llena de regocijo. Bueno, pero esto no es solamente el saber que oró si no la lección que nos dejó. Oró para que fuésemos uno junto con el Padre y con el Hijo para alcanzar “la perfección en la unidad” (v. 23); oró también para que estuviéramos con Él, donde quiera que estuviese para contemplar su gloria. “Que vean mi gloria, la gloria que me has dado” (v. 24). Por último su oración fue para que el amor de Dios, se manifieste en cada uno (v.26). En resumen, Dios desea una unidad completa de sus hijos, porque el que tiene al Hijo, tiene al Padre y por ende al Espíritu Santo quien vive con nosotros (Jn.14:17) y es el Consolador y quien vino a glorificar al Hijo; “Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes (Jn.16:14), y a permitirnos contemplar su gloria (somos testigos de sus maravillosas proezas), prodigando a los demás, el mismo amor con el que Jesús nos levantó de las tinieblas. “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn. 4:8) ¿Es esta también, nuestra oración por los discípulos? ¿Si oramos para que haya esa unidad en el cuerpo de Cristo? Me atrevería a decir que no. Es muy poco o nada el amor y la unidad que se ve en las iglesias, ni siquiera adentro de cada una de las que existen y mucho menos a nivel general. Cada cual busca sus propios intereses y prácticamente que el fiel, se las arregle como pueda. El Señor permita que aprendamos de Él y practiquemos aquel versito antiguo: “Somos uno en Cristo, somos uno, uno sólo. Un solo Dios, un solo Señor, una sola fe, un solo amor, un solo bautismo, un solo Espíritu y ese es el Consolador”. Oremos por los que tenemos y por los que vienen detrás para que todos sean uno en Cristo Jesús y nosotros con ellos en la misma unidad.


Un abrazo y bendiciones.

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