lunes, 25 de octubre de 2010

Hay que aprender a caminar no a correr

Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre”.
Salmo 86:11.


Lectura diaria: Salmo 86:1-17. Versículo del día: Salmo 86:11.


ENSEÑANZA


Con frecuencia los afanes cotidianos no nos dejan actuar con cordura. Soy la primera en entender que Dios se dirige ante todo hacia mí, pues vivo en carreras. Tengo que aprender que el mucho correr no permite ver la dirección exacta del rumbo que Dios me tiene preparado. Deseo compartirles la enseñanza de hoy, partiendo de mi propia experiencia: Las circunstancias de la vida a veces nos quitan el sueño y por momentos se nos olvida a quien tenemos adelante y en quién debemos poner los ojos. La Biblia nos exhorta a no inquietarnos por nada; más bien presentarle al Señor las cargas y darle gracias para que su paz nos llene y podamos continuar (Fil. 4:6-7). Debemos ir despacio pero constantes para que Dios pueda llevar a feliz término la obra empezada en cada uno de nosotros y seamos perfectos e íntegros (Stg. 1:4), como es su deseo. Dios nunca nos abandona, al contrario permanece a nuestro lado sin importunarnos porque es todo un caballero; así que depende de cada uno hasta dónde le permitimos intervenir o no. Por eso es importante que cada día y en el momento mismo de presentarse la dificultad o el incidente nos pongamos delante de su presencia y le digamos que nos siga instruyendo y transportando por su camino, conduciéndonos con la mayor integridad y así exaltar su nombre. Definitivamente del afán no queda sino el cansancio. Paremos, tomemos aire, botémoslo y continuemos. O sea: practiquemos la respiración espiritual a través del Espíritu de Dios, quien está listo a llenarnos con su presencia y prodigarnos de todo su fruto. En alguna parte leí que hay un proverbio antiguo que dice: “La paciencia es una flor que no crece en todos los jardines”, pero el jardín del cristiano es su vida que tiene acceso directo a la paciencia, fruto inagotable del Espíritu Santo. Aprendamos a ir despacio pero seguros en el andar cotidiano de la vida, para permitirle a Dios perfeccionar su obra. Señor: Enséñanos a esperar en ti sin estar corriendo ni querer aventajarte, porque tú tienes el control absoluto del timón.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: