sábado, 23 de octubre de 2010

El Señor responde fielmente

En tu angustia me llamaste, y te libré; oculto en el nubarrón te respondí.
Salmo 81:7.


Lectura diaria: Salmo 81:1-16. Versículo del día: Salmo 81:7.


ENSEÑANZA


Gracias a Dios que tenemos un Padre que no es de oídos sordos. A veces creemos que en el tiempo fuerte de crisis Él está escondido, pero como dice el versículo del día: “oculto en el nubarrón te respondí”. Pueden pasar tormentas fuertes, con sórdidos truenos y relámpagos, pero la mano del Señor no se detiene y ahí cuando a veces creemos que no hay esperanza, le encontramos y vemos su respuesta. Cada día con Cristo es un nuevo amanecer, una nueva expectativa, una nueva ilusión y también un nuevo desafío. Digo desafío porque enfrentarnos a las aflicciones no es fácil, pero en buscar el camino correcto y confiar en la ayuda de Dios, está el reto. O le creemos o nos desesperamos; y como desesperados no vamos a lograr nada, lo mejor es esperar a que el Señor se manifieste y aceptar su voluntad. En estos aprendí que cuando oramos en el nombre de Jesús, no quiere decir que simplemente decimos una frase más, sino que con estas palabras estamos reconociendo su poder y soberanía. Así que cualquiera que sea la situación le decimos: “hágase tu voluntad”. Exactamente como el Señor lo hizo en medio de su agonía en el Monte de los Olivos. ¡Claro que cuando se nos cumplen los deseos, sentimos alegría! Porque: El deseo cumplido endulza el alma” (Pr.13:19), y no podemos más que expresarle nuestro agradecimiento al Señor Todopoderoso. Esta semana personalmente la termino con toda mi gratitud hacia Dios; pues dos personas muy allegadas a mi corazón (una la Sra. Vilma quien ha sido como mi madre en este tiempo y la otra mi hermano Héctor Samuel), fueron sometidas a cirugías y el Señor los sacó avante. Una muestra que se suma a la larga de todas las bendiciones que a diario nos regala nuestro buen Padre Celestial. Dicen los versos 13 y 14 del salmo de hoy: “Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos, ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos, y volvería mi mano contra sus adversarios!”. Nosotros queremos que Dios nos escuche, la pregunta ahora es: ¿También le escuchamos a Él? En toda relación existen deberes y derechos. Dios nos da el derecho de pedirle pero tenemos el deber de escucharle. Te invito a que hagas la prueba para que puedas decir: “Llamé al Señor y Él me libró”.


Un abrazo y bendiciones.

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