lunes, 6 de septiembre de 2010

No te equivoques

Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú.
Apocalipsis 3:17.


Lectura diaria: Apocalipsis 3:14-22. Versículo del día: Apocalipsis 3:17.

ENSEÑANZA

El orgullo, la altivez, la prepotencia y el falso conocimiento enceguecen y no dejan ver lo que verdaderamente tiene valor. El Señor mismo recomienda aquí a los de la iglesia de Laodicea que de Él se compre el oro refinado para ser verdaderamente rico. El Salmo 19: 7-11, nos instruye sobre dónde buscar esa riqueza y nueva luz. Nos enseña que su ley es perfecta, infunde nuevo aliento; es como la miel que renueva las fuerzas. Y sus mandamientos dan luz a los ojos. Aconseja también el Señor en el pasaje de estudio que se vistan con ropas blancas y para esto hay que lavarlas primero y así tener el derecho al árbol de la vida (Ap. 22:14). “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?” (Mat. 16:26). Pregunta hecha por Jesús, refiriéndose a la vida eterna. Así que todo lo del mundo pasa; lo único que prevalecerá será la esperanza de gloria en Cristo Jesús. “Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete” (Ap.3:19). Enseguida, el Señor hace un llamado a todo aquel que quiere escucharlo: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). Hoy Dios está tocando a la puerta de tu corazón; desea darte una nueva vida a través de Jesús. Las riquezas son necesarias en esta vida terrenal para quitar los atafagos económicos, sin embargo cuando Dios te llame a su presencia, nada de lo obtenido materialmente, podrás llevártelo. Solo quedará la riqueza espiritual que hayas cosechado. ¿Deseas aceptar la invitación del Señor y abrirle la puerta? Si es así, te invito a orar conmigo: Señor Jesús, gracias por la invitación que me haces. Deseo abrirte la puerta de mi vida y recibirte como Señor y Salvador. Toma mi vida, te la entrego para que hagas de ella lo mejor para mi; perdona mis pecados y dame esa vida eterna que necesito para cenar y estar contigo por siempre. Gracias Jesús, por perdonarme y hacerme una nueva criatura. Gracias por hacerme entender que la riqueza tuya vale mucho más que la material. Gracias por entrar en mi vida y darme todo el poder de tu Santo Espíritu. Amén. Te felicito, de esta manera ya vas a entender que sus mandamientos son luz y alimento para el alma y que acabas de vestirte con trajes finos, limpios y resplandecientes.

Un abrazo y bendiciones.

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