miércoles, 8 de septiembre de 2010

Al León que ha vencido

Uno de los ancianos me dijo: <<¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos>>.
Apocalipsis 5:5.


Lectura diaria: Apocalipsis 5:1-14. Versículo del día: Apocalipsis 5:5.

ENSEÑANZA

El anciano apóstol Juan, lloraba de ver que no se había encontrado a nadie digno de abrir el rollo. Sin embargo en su visión uno de los ancianos le aclaró que el León de Judá, la Raíz de David, había vencido y el libro abriría. ¡Qué emoción! Saber que hubo un Cordero que nos amó tanto que no se escatimó en lo más mínimo para dar su vida e inmolarse por nosotros. Juan lloraba porque aún después de haber convivido con el Señor y de haber sido su discípulo amado no había logrado entender todo el misterio que se encerraba en su Maestro Jesús. Gracias a Dios que ellos nos dejaron un legado de fe y esperanza y ahora la humanidad puede llegar a los píes de ese Cordero, aceptando dicho sacrificio en reemplazo por la transgresión cometida. Sin embargo, ¿cuántos no le rechazan y ponen en duda su divinidad? Recordemos que estamos en el período de la gracia donde somos salvos por regalo de Dios. En los últimos tiempos, cuando comience las tribulación ya no existirá la gracia y tal vez lo que dice Zacarías se cumplirá no sólo para el pueblo judío sino para gente de toda raza, lengua, pueblo y nación que con la sangre de Cristo fue comprada para Dios (v. 9); y se llorará con gran lamentación por no haber aceptado a Aquel que fue traspasado y molido por nuestros pecados (Zac. 12.10; Is. 53:5). Quien quiera que tú seas, y estés leyendo este devocional, te digo humildemente que estas palabras son para ti. De pronto no te interesan o crees que no las necesitas; pero déjame decirte que todo hombre está vacío espiritualmente y necesita llenar esa área. Solamente Dios a través de su Hijo puede lograrlo. Te invito a que por tu propia experiencia compruebes si es así o no. Simplemente es con una sencilla oración de fe, donde importa más la sinceridad que las palabras. Te puedo guiar con una, dile: Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y que estoy vacío. Siempre he creído que no necesito de nadie para salir adelante pero he estado equivocado. Hoy acepto el sacrificio que hiciste por mí en la cruz del Calvario; te reconozco como el Cordero inmolado, como el León de Judá y te acepto como si Señor y Salvador. Toma mi vida, te la entrego para que hagas de ella tu voluntad. Gracias Jesús, por entrar a morar conmigo, por perdonar mis pecados, por haber vencido, y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu, amén. Si en verdad oraste, te felicito; es la mejor decisión que has tomado en tu vida y puedo asegurarte que jamás te arrepentirás de ello. ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Ap. 5:13).

Un abrazo y bendiciones.

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