jueves, 23 de septiembre de 2010

Listos para celebrar las bodas del Cordero

El ángel me dijo: «Escribe: "¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero! » Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios».
Apocalipsis 19:9.


Lectura diaria: Apocalipsis 19:1-10. Versículo del día: Apocalipsis 19:9.


ENSEÑANZA


¿A quién no le gusta ser invitado a una boda? Creo que a todos nos agrada puesto que primero, tuvieron la gentileza de invitarnos quizá, entre muchos que no clasificaron, y segundo porque es un acontecimiento que nunca pasa desapercibido. Si esto nos sucede aquí en lo terrenal ¿cómo será en el reino de Dios? De igual modo también, sentirnos agasajados y doblemente felices por el hecho de haber tenido gracia delante de Dios (Ef. 2:8-9), y permitirnos gozar de semejante fiesta, la más trascendental de todas: ¡Las bodas del Cordero! Cuando en mi iglesia pasan adelante las parejas de casados en su aniversario para orar por ellas, hay gran exclamación cuando el pastor anuncia por decir, cuarenta o cincuenta años. De verdad que una unión por tanto tiempo es digna de admiración. ¡Qué lindo es ver una pareja de viejitos tomados de la mano y profesándose amor como en sus primeros albores! Desafortunadamente así como vemos parejas tiernas y felices a pesar de los años de convivencia, vemos otras que aún viviendo bajo el mismo techo, brillan por su indiferencia del uno hacia el otro. ¿Cuál de los casos en la relación con “tu Señor” es el tuyo? ¿De amor o de indiferencia? El tiempo de espera de la novia, siempre es de ilusión, expectativa y deseo de agradar al novio quien va a ser su futuro consorte por el resto de sus días. Mi pregunta es si como cristianos, ¿anhelamos sinceramente el día en que nos reunamos con nuestro gran Esposo para celebrar las bodas? ¿Nos estamos preparando para ese acontecimiento? O al contrario, ese Jesús a quien un día le dijimos “te acepto en mi vida”, ¿fue solamente por salir del paso, o por quedar bien con alguna persona? Hoy te invito a reflexionar sobre el pasaje de lectura y evaluar tu condición como miembro de esa Iglesia, la novia que espera con ansiedad ese grandioso día. “¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente” (Ap. 19:7-8). Si todavía no te has preparado, te sugiero que lo hagas, para que cuando llegue el novio no te encuentre desapercibido(a). Mantengámonos despiertos, actuando sensatamente porque no sabemos ni el día ni la hora (Mt. 25:13).


Un abrazo y bendiciones.

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