viernes, 6 de agosto de 2010

Cuando Dios ordena hay que obedecerle

Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia.
Jonás 1:2.


Lectura diaria: Jonás 1:1.-17. Versículo del día: Jonás 1:2.

ENSEÑANZA

Tenemos que entender la misericordia y amor incomparables de Dios por la humanidad y saber ser obedientes a su mandato de ir y predicar el Evangelio. Sencillamente somos instrumentos en sus manos y si nos rehusamos a hacerlo, quizá nos pase algo semejante a lo de Jonás. La compasión de Dios no tiene límites y su deseo es que todos los pueblos lleguen al arrepentimiento sin importar lo que hayan hecho. Quizá ante acontecimientos atroces se nos ocurre decir “no tiene perdón de Dios”, pero resulta que hasta el más criminal puede alcanzar la gracia de Dios, arrepentirse y salvarse. Por esto es que no debemos callar y ser verdaderos testigos en todo tiempo, lugar y ante cualquier persona sea eminencia, clero, mendigo, narcotraficante, guerrillero, etc. La salvación es para todos y nadie está excluido de ella. ¿Será que nos creemos tan buenos, que solamente el Señor se fijó en nosotros? De ninguna manera. La Biblia afirma: “Pues todos han pecado, y están privados de la gloria de Dios” (Ro. 3:23), y “Así está escrito: No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!”. Ro. 3:10-12. Generalmente vemos la paja en el ojo ajeno pero no la nuestra. Todos somos pecadores y por eso vino el Señor Jesucristo a redimirnos. Por ese mismo motivo debemos no ser egoístas y compartir a otras las buenas nuevas de salvación. No es si queremos, es un mandato dejado por el Señor antes de subir al cielo (Mt. 28:19-20, Hch. 1:8): “Vayan y hagan discípulos”; “recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén, como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Empecemos por casa. Si nunca antes has decidido entregarle tu vida a Jesús, esta es la oportunidad que Él te está ofreciendo. Si lo deseas así, podemos orar en este momento: Señor Jesucristo, entiendo que soy pecador y que moriste por mí. Hoy me arrepiento de mis pecados y te acepto como mi único y suficiente Señor y Salvador. Gracias Jesús por venir a morar conmigo, por perdonar mis pecados, por darme una nueva vida y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu. Amén. No dejemos de dar a otros lo que por gracia hemos recibido; es una orden y hay que cumplirla.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: