domingo, 22 de agosto de 2010

Aun así yo me regocijaré en ti

Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios mi libertador.

Habacuc 3:17-18.

Lectura diaria: Habacuc 3:1-19. Versículos del día: Habacuc 3:17-18.

ENSEÑANZA

El profeta menor Habacuc tuvo que vivir tiempos difíciles y esto lo llevó a presentarle al Señor sus quejas las cuales no entendía y de hecho confundía. Creo que muchos pasamos por momentos muy similares cuando se viene encima uno tras otro problema y no sabemos para dónde mirar. La angustia y desconcierto nos llevan también a reclamarle a Dios sin lograr entender por qué esta serie de aflicciones. Podemos estar seguros de que Dios nos escucha y no por esto nos desecha dejándonos a un lado; al contrario, cada día me convenzo más que a Dios le gusta la sinceridad y que tiene una manera tan especial de hacernos llegar a Él y de entenderle, que abruma y quebranta el corazón. Habacuc orando le decía: “Señor, he sabido de tu fama; tus obras Señor, me dejan pasmado. Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia” (v. 2). La respuesta de Dios no se hace esperar, encontrando siempre el momento propicio para hablarnos. Exactamente eso fue lo que le aconteció al profeta, donde pudo entender que sucediera lo que sucediera, Dios estaría ahí presente; por eso pudo exclamar: “Aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!”. ¡Sí mi Dios! Aun pase lo que pase, siempre me regocijaré y me alegraré en ti, porque ¿a quién más iré? ¡Si sólo tú, tienes palabras de vida eterna!

Un abrazo y bendiciones.

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