sábado, 21 de agosto de 2010

La belleza que perdura

Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible.
1ª. Pedro 3:4.


Lectura diaria: 1ª. Pedro 3:1-7. Versículo del día: 1ª. Pedro 3:4.

ENSEÑANZA

A toda mujer le gusta que se le admire, de lo contrario creo que no sería mujer. Desafortunadamente el tiempo va dejando huellas imborrables que nos recuerdan así no queramos, que la juventud y el garbo de antes, han quedado atrás. Por eso es indispensable que toda mujer busque desde sus años juveniles si es posible, la mejor receta de belleza: la que es incorruptible y nunca va a perecer. Con esto no quiero decir que descuide su apariencia externa, de ninguna manera, porque a los hombres hay que tenerlos en ese sentido muy complacidos de modo que se sientan orgullosos en todo momento de quien es su esposa. Sin embargo, la Palabra de Dios nos muestra que por encima de la hermosura externa está la del interior y es que una mujer por muy bella que sea por fuera si por dentro no posee valores, está hueca y aunque no lo creamos, los hombres se fijan en este detalle y es importantísimo para ellos. La mujer se embellece internamente cuando aprende lo que Dios desea de ella y lo pone a funcionar para su bien; por ejemplo la oración y la alabanza la van enriqueciendo de tal modo que cuando le llegan tiempos difíciles pueda responder con perdón y reconciliación sin vestigios de rencor, envidia o amargura. Es evidente que la mujer que teme a Dios es la que confía plenamente en Él y deja que sus pensamientos se canalicen bajo su poder. Tiene una actitud positiva, reposada y de ternura que a su vez la hermosea. Dice Proverbios 15:13 lo siguiente: “El corazón alegre se refleja en el rostro”. La versión Reina Valera no dice que se refleja sino de una vez nos lleva a la conclusión que “hermosea el rostro”. Mujeres, busquemos la belleza interior a través del fruto del Santo Espíritu de Dios para que siempre irradiemos la gloria de Dios en nuestra cara. Esta beldad nunca dejará de ser; puede que lleguen los años, las vicisitudes, las tristezas y desengaños, pero si la hemos cultivado, saldrá a la luz como la aurora destellando luces de amor, ternura y comprensión con un espíritu suave y apacible. Escudriñemos esta receta de belleza para diariamente sembrarla en nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones.

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