sábado, 28 de agosto de 2010

No despreciar al humilde

Naamán se enfureció y se fue, quejándose: ¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra!.
2ª. Reyes 5:11.


Lectura diaria: 2ª. Reyes 5:1-19. Versículo del día: 2ª. Reyes 5:11.

ENSEÑANZA

La historia de Naamán jefe del ejército de Siria, es la muestra evidente del corazón prepotente y orgulloso de quien cree que el poder lo arregla todo y menosprecia al humilde, porque considera que sus palabras y actuaciones están muy por debajo de lo que él aspira. La Biblia nos enseña que Dios da gracia a los humildes y resiste a los soberbios (1 P. 5:5), y que todo el que se humilla será enaltecido, y el que se enaltece será humillado (Lu. 18:14b). Naamán recurrió al profeta Eliseo para ser sanado de lepra y este le mandó decir con un mensajero que simplemente fuera al río Jordán y se zambullera en él siete veces, lo cual a él le pareció tan tonto que de no haber sido por sus servidores quienes le aconsejaron que lo hiciera, hubiera vuelto a su país con la enfermedad. Algo tan sencillo para quedar completamente limpio y le puso trabas, porque consideró que los ríos de su país eran mejores que los de Israel. Después de obedecer tan fácil mandato comprobó que esas palabras eran ciertas. Esta lección dejó en Naamán una muy profunda convicción: jamás volvería a dudar del Dios de Israel y desde ese mismo momento reconoció que no hay otro Dios igual por lo que se propuso rendirse a sus píes: “ya que de aquí en adelante su servidor no va a ofrecerle holocaustos ni sacrificios a ningún otro dios, sino sólo al Señor” (2 R. 5:17b). La soberbia del soldado quedó por el suelo ante la eminente humildad y sabiduría del profeta; tuvo que agachar la cabeza y no sólo rendirse a los píes del Señor sino reconocer la bondad de Eliseo. No menospreciemos a nadie, y menos si se trata de un ministro de Dios porque con absoluta seguridad, Dios lo reviste con su autoridad y seremos humillados al punto de comernos las palabras que hemos proferido en su contra. Dios siempre respalda a quien tiene la autoridad y está obrando correctamente.

Un abrazo y bendiciones.

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