lunes, 16 de agosto de 2010

Majestuoso Dios

Las naciones verán tus maravillas y se avergonzarán de toda su prepotencia; se llevarán la mano a la boca y sus oídos se ensordecerán.
Miqueas 7:16.


Lectura diaria: Miqueas 7:7-20. Versículo del día: Miqueas 7:16.

ENSEÑANZA

En menos de un mes han ocurrido tres hechos que por la magnitud del acontecimiento y sin dejar en realidad pérdidas humanas me hacen reflexionar sobre lo acaecido. En los tres he visto la mano de Dios guardando a las personas y no he podido dejar de dar gracias a Dios por ello. Tal pareciese que por la dimensión de los desastres, aquellos que ignoran a Dios o Él le es indiferente, no pueden negar que una mano poderosa los libró de la muerte. Quizá como dice el verso “se llevarán la mano a la boca y sus oídos se ensordecerán”. Tal vez la mano a la boca en señal de asombro o de comprobar que están ilesos, aunque el ruido haya retumbado sus oídos. Pasaré a relatarlos para que de una vez por todas, aprendamos a ver la majestuosidad de Dios y no sigamos con la frasecita aquella de “tan de buenas” o “por fortuna”. No. Simplemente hay que reconocer el favor de Dios en los tres casos y darle gracias por lo que pudo ser una tragedia de grandes proporciones y por su misericordia no lo fue. El primero de estos hechos sucedió en el colegio de mi hija. Acababa de sonar el timbre para el ingreso de los alumnos a los salones e iniciar las labores educativas cotidianas, cuando un gigantesco árbol de un lote contiguo se vino abajo, dejando inservible tres salones y el comedor del colegio. Lo asombroso del asunto es que no hubo ni un solo lesionado. Ni educandos, ni educadores como tampoco ninguna persona del área de servicios resultó afectada físicamente. Cuenta mi niña que los niños de primero tenían danzas a esa hora y la profesora prefirió hacerles la clase al aire libre; fue el salón donde el techo se vino todo abajo. El segundo, es el de la bomba colocada frente a una cadena radial importante de mi país. Pérdidas materiales sí, pero vidas no. Los altos medios del gobierno hicieron su presencia allí y con asombro pudieron comprobar la magnitud de la tragedia, pero gracias a Dios, ninguna pérdida en vidas. El tercero muy reciente; nos despertamos con la noticia de un avión que por cosas de la naturaleza, se partió en tres al aterrizar en el aeropuerto de San Andrés a la una de la mañana. ¡Asombroso! Con ciento sesenta y siete personas a bordo, únicamente una señora murió y según el parte médico por un infarto. Los últimos reportes datan de un niño quien también se encuentra delicado. Sin embargo, no deja de ser prodigioso que habiéndose partido en tres, la desdicha no hubiese sido mayor. Si Dios no ha estado ahí presente, en los tres casos ¿entonces, quién? Aprendamos a dar gracias a Aquel que tiene en sus manos el control absoluto del universo y que por su infinita misericordia y amor, sigue cuidando y protegiendo a la humanidad a pesar del pecado arraigado en ella. “¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar” (v. 18). ¡Que esto nos sirva de reflexión!

Un abrazo y bendiciones.

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