jueves, 2 de noviembre de 2023

Jesús es el mismo ayer, hoy y por siempre

 

Pero Jesús les habló de inmediato: No tengan miedo—dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! 

Marcos 6:50. NTV.


Lectura: Marcos 6:30-56.  Versículo del día: Marcos 6:50.


MEDITACIÓN DIARIA


¿Alguna vez te ha sucedido algo parecido? Creo que todos hemos podido vivir experiencias con el Señor, donde sentir su Presencia y escuchar sus Palabras, nos devuelven la calma y la esperanza. Claro, sus discípulos estaban perplejos, pues no habían asimilado aun el milagro de la multiplicación de los panes para tanta gente (vs. 30-44), cuando encima de su asombro, lo ven caminar sobre el agua (vs. 48 y 49). El Señor fue hacia ellos, porque se dio cuenta que tenían problemas, pues el viento estaba en contra y no podían remar. Al subir a la barca el viento se detuvo (v. 51). Dice también la lectura del día que arribaron en Genesaret y allí la gente al reconocerlo, le llevaban enfermos en camillas y por donde quiera que pasara eran sanados, así tocaran solamente el borde de su manto (vs. 54-56). Fue un día y noche de milagro tras milagro.


La grandeza del Señor no se hace esperar. A veces no alcanzamos a digerir tanta bondad y misericordia de Él para con nosotros, pero así también sucede. El Señor es un Dios de milagros; Él es el mismo ayer, hoy y por siempre.


Jesús amado: a lo largo de mi vida cristiana he podido palpar directamente lo que has hecho no solamente en mi vida, sino igual, en la de mi esposo, mis hijos y mis nietos. Sin ir muy lejos, Samuelito es una prueba de ello. La semana pasada en su cita con la pediatra, ella decía que no pensó que el bebé saliera adelante y que ahora verlo tan grande, tan hermoso y sano, ve un milagro en él. Sí mi Señor, un milagro que solamente por tu amor, Tú nos regalaste. La verdad, no tenemos palabras para agradecerte tanto bien. Oramos por los niños, cada uno cuando han estado con deficiencias de salud, y Tú los has levantado. Siempre estás ahí; en el lugar exacto y en el momento adecuado porque nada se sale de tus manos. Gracias, muchas gracias buen Señor y Dios nuestro. No solamente Eres nuestro Salvador, Eres el Sustentador, el Médico, el Consejero; Eres el Protector y Guardian de nuestras vidas. ¡Te amamos Señor Jesús! ¡Digno Eres de toda la Honra y la Gloria desde ahora y para siempre!


Un abrazo y bendiciones.

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