A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.
Isaías 64:8. NVI.
Lectura: Isaías 64-7-12. Versículo del día: Isaías 64:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta analogía del barro y
el alfarero nos permite entender muy bien que por sí solos no podemos
moldearnos; necesitamos de las manos cuidadosas y soberanas del Maestro Alfarero
para que nuestras vidas sean fundidas, transformadas y santificadas. Así como el
alfarero va echando agua en su mano al barro que va trabajando, con el fin de
hacerlo más flexible y suave, de igual manera nosotros, a través del Señor
Jesús quien es el agua de vida, vamos necesitando de Él, en ese molde que va puliendo
el Alfarero. Por eso no hay que desesperarnos; al igual que el alfarero una y
otra vez trabaja el barro hasta lograr su obra a entera satisfacción, nuestro
Maestro Alfarero va puliendo su molde (nuestra vida), hasta que también su obra
quede terminada de acuerdo a su santa voluntad.
Amado Señor y Dios:
gracias por hacernos entender que deseas ver en cada uno de nosotros la mejor
obra de tus manos: una obra limpia, pura, lavada con agua mediante tu Palabra
para presentarnos ante Ti radiantes, sin mancha ni arruga, sino santos e
intachables. Gracias porque el moldearnos a tu voluntad duele, pero aprendemos
que deseas la obra por excelencia. Enséñanos a aceptar los cambios que vas
haciendo en esta hechura. ¡Te amamos Gran Maestro y Alfarero nuestro! Gracias
porque si Tú empezaste la obra, la vas completando hasta el final.
Un abrazo y bendiciones.
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