Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos.
Mateo 20:28. NTV.
Lectura: Mateo
20:25-28. Versículo del día: Mateo
20:28.
MEDITACIÓN DIARIA
Una gran lección nos da
el Señor: “no vino para que le sirvan, sino para servir a otros”. El Señor
Jesús, siendo Él mismo Dios, demostró en todo momento humildad y compasión. Les
lavó los pies a sus discípulos, se reunió con los más menesterosos, sanó a
leprosos, tuvo compasión de las mujeres: las revindicó. Todo esto lo hizo lleno
de amor, de misericordia, de humildad. “Aunque era Dios, no consideró que el
ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus
privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un
ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en
obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales” (Filipenses
2:6-8).
En esta misma Carta Pablo
nos recomienda: “¿Hay algún estímulo en pertenecer a Cristo? ¿Existe algún
consuelo en su amor? ¿Tenemos en conjunto alguna comunión en el Espíritu?
¿Tienen ustedes un corazón tierno y compasivo? Entonces, háganme verdaderamente
feliz poniéndose de acuerdo de todo corazón entre ustedes, amándose unos a
otros y trabajando juntos con un mismo pensamiento y un mismo propósito” (Filipenses
2:1-2). Como cristianos hemos recibido tanto de gracia, entonces demos de
gracia.
Amado Señor:
muchas gracias por tanto amor derramado por nosotros. Gracias porque no miraste
la podredumbre de nuestros pecados sino el amor y perdón Tuyos para perdonarnos,
levantarnos y restaurarnos. Enséñanos a tener la misma humildad que tuviste.
Somos exactamente igual al pobre, al obrero, al pecador; así que no tenemos
nada que nos haga estar por encima de ellos. Tumba Señor ese EGO y ponte en el
trono de nuestra vida para que de corazón nos amemos y trabajemos para Ti.
¡Gracias, muchas gracias buen Señor!
Un abrazo y bendiciones,
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