Aplaudan, pueblos todos; aclamen a Dios con gritos de alegría. ¡Cuán imponente es el Señor Altísimo, el gran rey de toda la tierra!
Salmo 47:1-2. NVI.
Lectura: Salmo 47:1-8. Versículos del día: Salmo 47:1-2.
MEDITACIÓN DIARIA
Nuestro Dios es un Dios
Grande; no es cualquier dios. Es el Dios y Rey verdadero. No temamos declarar
su reinado porque su Nombre es imponente en toda la tierra. Es el Único que
merece toda nuestra adoración. Reina sobre las naciones; los eruditos y nobles le
rendirán la adoración de la que solamente Él es acreedor. Estamos llamados a
adorarlo como nuestro Rey. Aunque el mundo lo niegue tendrá que concientizarse
de que no hay otro igual cuando su dominio abarque toda la tierra (vv. 3-6). No
solamente es el Rey de la tierra, también es de los cielos y del universo
completo; todo cuanto existe tiene su sello porque es su Creador; es su
Diseñador por excelencia. (Salmo 8:1-2).
El Señor Jesucristo en su deidad como Dios es el Rey de reyes y Señor de
señores; toda rodilla se doblará para adorarle (Filipenses 2:10), y reconocerle
como el Dios Poderoso y Salvador de la humanidad. Dios lo ha puesto a su
derecha en lugares celestiales y está por encima de gobernantes, autoridades o
poderes (Efesios 1:20.21).
Es nuestro deber venir a
adorarlo. ¡Lo necesitamos! ¡No podemos dejar apagar la llama de su Grandeza y
Poderío! ¡De su misericordia y amor! Su adoración quita toda carga emocional,
todo estrés, toda tristeza. ¡Vengamos a adorarle, postrémonos, doblemos la
rodilla ante nuestro Hacedor! (Salmo 95:6).
¡Te alabamos oh
Dios Poderoso! Eres digno de toda nuestra adoración porque no hay otro Nombre
igual al Tuyo. Todas las naciones vendrán y te adorarán. Eres el Gran Yo Soy; Eres
el Gran Rey y Señor; el Único que viniste a pagar por todos nosotros
trayéndonos la salvación. Nadie más lo hizo; por eso estamos infinitamente
agradecidos Contigo. Eres el Dios Santo; el Fiel y Verdadero. Recibe buen Señor
toda la honra y toda la gloria que hoy te ofrecemos. Gracias, gracias por ser
el Dios que te has manifestado tan grandemente entre nosotros. ¡Te amamos buen Dios
y Señor nuestro!
Un abrazo y bendiciones.
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