miércoles, 27 de octubre de 2021

¡Vengan! Adoremos al Único que es merecedor de toda nuestra adoración

Aplaudan, pueblos todos; aclamen a Dios con gritos de alegría. ¡Cuán imponente es el Señor Altísimo, el gran rey de toda la tierra! 

Salmo 47:1-2. NVI.


Lectura: Salmo 47:1-8.  Versículos del día: Salmo 47:1-2.


MEDITACIÓN DIARIA


Nuestro Dios es un Dios Grande; no es cualquier dios. Es el Dios y Rey verdadero. No temamos declarar su reinado porque su Nombre es imponente en toda la tierra. Es el Único que merece toda nuestra adoración. Reina sobre las naciones; los eruditos y nobles le rendirán la adoración de la que solamente Él es acreedor. Estamos llamados a adorarlo como nuestro Rey. Aunque el mundo lo niegue tendrá que concientizarse de que no hay otro igual cuando su dominio abarque toda la tierra (vv. 3-6). No solamente es el Rey de la tierra, también es de los cielos y del universo completo; todo cuanto existe tiene su sello porque es su Creador; es su Diseñador por excelencia.  (Salmo 8:1-2). El Señor Jesucristo en su deidad como Dios es el Rey de reyes y Señor de señores; toda rodilla se doblará para adorarle (Filipenses 2:10), y reconocerle como el Dios Poderoso y Salvador de la humanidad. Dios lo ha puesto a su derecha en lugares celestiales y está por encima de gobernantes, autoridades o poderes (Efesios 1:20.21).

Es nuestro deber venir a adorarlo. ¡Lo necesitamos! ¡No podemos dejar apagar la llama de su Grandeza y Poderío! ¡De su misericordia y amor! Su adoración quita toda carga emocional, todo estrés, toda tristeza. ¡Vengamos a adorarle, postrémonos, doblemos la rodilla ante nuestro Hacedor! (Salmo 95:6).


¡Te alabamos oh Dios Poderoso! Eres digno de toda nuestra adoración porque no hay otro Nombre igual al Tuyo. Todas las naciones vendrán y te adorarán. Eres el Gran Yo Soy; Eres el Gran Rey y Señor; el Único que viniste a pagar por todos nosotros trayéndonos la salvación. Nadie más lo hizo; por eso estamos infinitamente agradecidos Contigo. Eres el Dios Santo; el Fiel y Verdadero. Recibe buen Señor toda la honra y toda la gloria que hoy te ofrecemos. Gracias, gracias por ser el Dios que te has manifestado tan grandemente entre nosotros. ¡Te amamos buen Dios y Señor nuestro!


Un abrazo y bendiciones.

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