No tengas otros dioses además de mí.
Éxodo 20:3. NVI.
Lectura: Éxodo 20:1-6. Versículo del día: Éxodo 20:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Desde el Antiguo
Testamento Dios ha rechazado la idolatría. En la lectura vemos que no debemos
hacer ninguna clase de ídolo ni imagen de alguna cosa, ni inclinarnos ante
ellos (vv. 4-5). No pensemos que esto es solamente ley de la entregada por Dios
a Moisés, porque no es así. En 1 Corintios 6:9, el apóstol Pablo bien nos dice
que no nos dejemos engañar porque tal como los ladrones, adúlteros o borrachos,
los idólatras tampoco heredarán el reino de Dios y si vamos a Gálatas 5, la idolatría
es una obra de la carne.
Tenemos la debilidad de
creer que idolatría solo se refiere a imágenes que especialmente vemos en la
religión tradicional o que bien es a los que leen el futuro a través del tarot
u otros medios de hechicería, pero se nos olvida que Dios exige de nosotros
toda adoración y gloria es que: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza” (Marcos 12:30
LBLA), lo abarca todo. Dios desea ser el primero en todas las
áreas de nuestra vida. Sin embargo, muy fácil se nos olvida este mandato del
mismo Señor Jesús y vivimos desplazando a Dios por otros ídolos que nos hemos adaptado
y que muchas veces ni los consideramos como idolatría. El tener a un padre o
madre, esposo o esposa, o a un hijo por encima de Dios, ya es idolatría, Y qué
no decir cuando el dinero, la riqueza, el automóvil o el mismo trabajo toma el
primer lugar en nuestra vida; esto igualmente es idolatría.
Si no queremos caer en
este pecado que ofende tanto a Dios, sigamos el consejo del apóstol Juan: “Queridos
hijos, aléjense de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en el corazón” (1 Juan
5:21 NTV). Es creo yo, estar alertas y no permitir que ni pensamiento, palabra u
obra nos aleje de Dios nuestro Señor. Te invito a que revises tu vida y
observes qué o quién está ocupando el trono que solo le pertenece a Dios.
Amado Señor y Dios:
venimos ante Ti para implorarte que perdones todo pecado de idolatría que se
encuentre arraigado a nuestro ser. Es tan fácil caer en él que muchas veces ni
nos percatamos de ello; límpianos y lávanos con tu preciosa sangre. Permite que
nuestros pensamientos estén encauzados siempre hacia Ti para que, de este modo,
no perdamos el horizonte de quién es nuestro Dios y a quién es, al que le
creemos. Gracias, muchas gracias buen Señor.
Un abrazo y bendiciones.
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