Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.
Jeremías 17:8. NVI.
Lectura: Jeremías
17:5-8. Versículo del día: Jeremías
17:8.
MEDITACIÓN DIARIA
A través de la lectura de
la Biblia, se observa con frecuencia que Dios siempre asemeja al justo con
plantas. “Mis raíces llegarán hasta las aguas; el rocío de la noche se quedará
en mis ramas” (Job 29:19). Las plantas que crecen cerca al agua siempre se ven
verdes y frondosas; la fuente de agua que tienen cerca las alimenta
constantemente y no las deja marchitar; no teme cuando llega el calor. Este
árbol asiduamente está en crecimiento, con raíces bien cimentadas y da fruto
constantemente. Exactamente sucede con el que busca al Señor y desea agradarle.
Recordemos que Jesús es la fuente de agua viva y por consiguiente el que se
acerca a Él, le sucederá lo mismo. Incluso crecerá de tal modo que otros pueden
acobijarse bajo su sombra para alentarse unos a otros, consolando y animando (1
Tesalonicenses 5:11). Pueden llegar tiempos tormentosos, desiertos áridos y
secos pero la fuente de agua a la que se acogió no le permitirá angustiarse. Y uno
de sus propósitos es dar fruto constante. Así es la vida del cristiano: tiene
un propósito definido dejado por el mismo Señor Jesús: la gran comisión; ir hacia
las gentes y hacerlas sus discípulos (Mateo 28:19-20).
El Salmo 92:12-15 dice lo
siguiente: “Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen.
Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Aun en
su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: El
Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia”. ¿Deseas ser como ese
árbol plantado junto a corrientes de agua? Deléitate en la Palabra de Dios;
medita en ella y apréndela para que constantemente la puedas repetir a los que
están a tu lado. El Señor Jesús es tu Maestro: arráigate fuertemente de su mano
y llevarás alimento y refrigerio para el cansado y angustiado.
Amado Señor Jesús:
Venimos ante Ti fuente inagotable del agua de vida, para proveernos de ella y
ser verdaderamente como el árbol que no se seca; que confía plenamente en que
sus raíces están bien abastecidas del alimento que lo hace crecer no solamente
para que sea frondoso, verde y radiante sino también para que quienes lo
observen deseen seguir su ejemplo y vean en él, una buena sombra para
acobijarse y hallar descanso si lo necesitan. Gracias, gracias bendito Señor
por enseñarnos a través de tu Palabra. ¡La gloria es para Ti!
Un abrazo y bendiciones.
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