jueves, 14 de octubre de 2021

La sanidad física para demostrar la ceguera espiritual

 Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: ‘Ve y lávate en Siloé’. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver. 

Juan 9:11. NVI.


Lectura: Juan 9:1-41.  Versículo del día: Juan 9:11.


MEDITACIÓN DIARIA


La lectura está dada sobre el milagro del Señor Jesús a un ciego de nacimiento. Este hombre invidente era un pordiosero y al pasar el Señor y verlo se acerca, hace una masa con barro y saliva y se la unta al ciego mandándolo a lavarse en el estanque de Siloé. Al hacerlo pudo ver claramente. Ante esto los vecinos y los que lo conocían como pordiosero no creían y le preguntaban qué había hecho a lo que les responde exactamente lo que Jesús hizo con él. Las autoridades investigaron la sanidad del ciego y llevándolo ante los fariseos le preguntaban cómo había recibido la vista, pero ellos ciegos espirituales no querían ver lo que era una realidad. Fueron hacia sus padres para preguntarles si él era su hijo y en verdad había nacido ciego; entonces les preguntaban por qué ahora sí veía a lo que ellos les respondieron: “Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo” (v. 21). Volvieron los judíos a preguntarle y tachando al Señor de pecador, les responde: “Si es pecador, no lo sé. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo” (v. 25).

Lo seguían acosando con preguntas e insultándolo, como queriendo que más bien dijera lo contrario, al punto que este hombre que recibió la sanidad les responde: “¡Allí está lo sorprendente! Que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos” (v. 30). Después de esto al hombre lo expulsan, el Señor se encuentra con él y le pregunta: “¿Crees en el Hijo del hombre? —¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él. —Pues ya lo has visto —le contestó Jesús—; es el que está hablando contigo” (vv. 35-37). Con firmeza le responde: Creo Señor y postrándose lo adoró (v. 38).

¿Por qué los fariseos no creían? Estaban ciegos espiritualmente y esta es peor que la ceguera física (v. 41). Una gran lección nos deja el Señor a través de este prodigio.


Señor Jesús: gracias por este milagro que nos permite aprender y entender lo que es abrir los ojos a tu mensaje de salvación.  Es triste saber que el mundo está lleno de ciegos espirituales y que como lo dice tu Palabra teniendo ojos no ven; teniendo oídos no oyen. Ciegos y sordos sin querer aceptar ahora el milagro de la sanidad espiritual a través Tuyo. Te pedimos Señor que así el mundo no quiera escucharte, nosotros vayamos a ellos para darle vista a los ciegos y que ellos sean sanados como aquel hombre que se lavó en el estanque de Siloé. Gracias bendito Dios y Señor nuestro.


Un abrazo y bendiciones.

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