viernes, 15 de octubre de 2021

Una fe que rompe obstáculos

 —¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres. 

Mateo 15:28. NTV.


Lectura: Mateo 15:21-28. Versículo del día: Mateo 15:28.


MEDITACIÓN DIARIA


Una mujer que no era del pueblo de Israel sino cananea, o sea gentil, le ruega al Señor que sane a su hija que es fuertemente atormentada por estar endemoniada. El Señor no le puso al comienzo mucha atención e incluso llegó a decirle que Él había sido enviado para ayudar a las ovejas perdidas de Israel. La mujer seguía insistiendo e incluso se arrodilló y le suplicó. Al decirle Jesús que no estaba bien tomar la comida de los hijos y dársela a los perros, con gran humildad la mujer le responde: “—Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos” (v. 27). El Señor queda asombrado por su fe e inmediatamente le concede lo que pide: su hija queda sana.

Esta mujer llama a Jesús hijo de David sin ser judía; sabía perfectamente que Jesús era el ungido de Israel predicho por los profetas. Su fe rompió todo obstáculo y el aparente desprecio del Señor hacia ella poco le importó. Su fe iba más allá: era verdaderamente una fe que mueve montañas. Creyó ciegamente en que Jesús era quien decía ser y resolvió entregarle su hijita atormentada, al único que podría ser capaz de sacarla del abismo en que se encontraba. Este encuentro de Jesús y la mujer nos deja una gran lección. La fe no es creer por creer; es tener la plena certeza y convencimiento de que lo que se sabe así es. Es depositar sin traba alguna toda nuestra confianza en lo que estamos seguros que no cambia y por ende así florecerá. ¿Será que nuestra fe nos alcanza para insistir, persistir y no desistir? O quizá al primer tropiezo ¿tiramos la toalla y damos todo por perdido? Hay que creer, confiar y continuar. El Señor nunca rechaza al humilde y si algo vemos en la mujer de la lectura es una humildad genuina; una humildad que conmovió a Jesús. Sigamos su ejemplo y perseveremos sin desmayar porque fiel es quien se nos ha manifestado con su amor y perdón.


Bendito Señor Jesús: todo tu Evangelio está escrito para que aprendamos cada día una lección diferente. Estoy segura que lo sucedido con esta mujer fue precisamente para demostrarnos tu misericordia a todo aquel que invoca tu Nombre y tiene el pleno convencimiento que Eres el Hijo de Dios muerto y resucitado. Al que cree que Eres el Salvador de la humanidad anunciado desde tiempos antiguos. Señor, enséñanos a tener esa clase de fe y confianza en Ti. A estar plenamente convencidos que Tú puedes trasformar tristeza en alegría, sanidad en la enfermedad y liberación en las ataduras. Gracias, gracias bendito Hijo de David. ¡Te amamos buen Dios y Señor!


Un abrazo y bendiciones.

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