Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Juan 8:32. NVI.
Lectura:
Juan 8:31-47. Versículo del día: Juan
8:32.
MEDITACIÓN
DIARIA
En
la misma lectura, Jesús se dirige a los que habían creído en Él, a los judíos y
fariseos que estaban ahí, para decirles que por más que se creyeran hijos de
Abraham eran esclavos del pecado. Exactamente sucede actualmente; el hombre se
cree el superdotado, el que todo lo puede, el invencible, el que no necesita de
Dios y qué equivocado está. Está completamente vacío y su pecado ya ha hecho una
conciencia cauterizada, está encallecida. Ha entorpecido el conocimiento del
bien y del mal; una conciencia totalmente quemada. Por más que el hombre se
crea libre, no lo es. Solamente hay completa libertad cuando se tiene a Jesús
en la vida personal. “Así que, si el Hijo los libera, serán ustedes
verdaderamente libres” (v. 36). Eran tan tercos y tradicionalistas que se
creían hijos de Dios, pero rechazaban al Hijo de Dios; por eso mismo les dice: “Ustedes
son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio
este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en
él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el
padre de la mentira! Y sin embargo a mí, que les digo la verdad, no me creen”
(vv. 44-45).
En
ocasiones, al querer compartirle a las personas, nos resultan, contradiciendo
la verdad de Jesús tal como lo hicieron en esa época. Para conocer al Señor
Jesucristo, hay que despojarse de toda tradición y ley. Creer en el Hijo de
Dios que vino a este mundo a salvarnos solamente por amor a la humanidad. Entender
que su bendita GRACIA es la que nos está ofreciendo y la que nos da salvación
(Efesios 2:8-9). Es el regalo maravilloso que no podemos despreciar y la única
manera de ser verdaderamente libres.
Amado
Señor Jesús: Permite que tu mensaje de las Buenas Nuevas de Salvación llegue a
las personas que les compartimos. Quita la venda de sus ojos y abre sus oídos y
entendimiento para que puedan ver la Luz verdadera que Eres Tú. Señor, no es en
una cárcel que se pierde la libertad, ni tampoco lo será por querer los gobiernos
mantenernos encerrados. La indiferencia hacia Ti que conlleva al pecado es la
verdadera esclavitud. De esa esclavitud es que Tú quieres liberar al hombre
pecador. Señor, reconocemos que Tú Eres la Verdad y que esa Verdad es la que
nos hace completamente libres. Gracias por ofrecérnosla y saber que en Ti somos
plenamente redimidos. En tu Nombre Señor Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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