He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan.
Salmo 37:25. NVI.
Lectura:
Salmo 37:23-29. Versículo del día: Salmo
37:25.
MEDITACIÓN
DIARIA
Puedo
decir que por más tiempos difíciles que se pasen, Dios siempre velará por los
suyos. En mi familia hemos pasado tormentas financieras muy duras; sin embargo,
jamás nos acostamos sin haber comido. De un lado u otro nos llegaban las
provisiones. Aun no entiendo cómo terminaron nuestros hijos la Universidad y
Sarita su Colegio. No fue fácil, nunca; después de haber tenido tanta
abundancia es más difícil pasar estos temporales. No obstante, fue una lección
que todos en casa aprendimos y de la cual nos quedó el valorar lo que se tiene
y dar siempre gracias, porque resulta que a veces cuando todo va color de rosa,
tendemos a olvidarnos de quién es el que está al tanto de nuestras necesidades
y antojos. Ahora bien, a pesar de ese tiempo árido que vivimos, nuestro buen
Dios se las ingeniaba para suplir los alimentos diarios. Ahí sí entendimos lo
que vale centavo por centavo una comida.
Personalmente,
le doy gracias al Señor porque Él en su infinita sabiduría y soberanía sabía
exactamente de qué tenía que despojarnos para que aprendiéramos a vivir como
era su voluntad y deseo. Atrás quedaron el orgullo, la prepotencia, el saber,
la inteligencia y otras tantas cosas que predominaban en nuestras vidas y que
tal vez un día, quizá sin darnos cuenta palpable, las pusimos por encima de
nuestro Dios y Rey. Ahora, entendemos con verdadero amor y misericordia a los
que sufren y pasan por estas mismas situaciones. Es que hay algo muy cierto en:
‘del dicho al hecho hay mucho trecho’. Nadie sabe lo que es el verdadero dolor
ajeno hasta que no lo experimenta en carne propia. También me llegó el momento
de dar gracias y gozarme porque he visto lo que dice el versículo siguiente: “Prestan
siempre con generosidad; sus hijos son una bendición” (v. 26). Mis hijos, los
tres, son una bendición.
Amado
Señor: te doy gracias porque tu Palabra dice que no puedo consolar sin antes
haber sido consolada y esto me lo enseñaste y me lo sigues enseñando.
Definitivamente, no hay nada de lo que podamos ufanarnos porque cuando Tú lo
digas, todo puede dar un vuelco total y mostrar nuestra debilidad y nuestras
carencias. Solamente somos ricos Contigo buen Señor; llévanos de tu mano y no
nos dejes tropezar para no caer. Gracias, gracias buen Dios y Señor nuestro.
¡Te amamos!
Un abrazo y bendiciones.
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