sábado, 28 de agosto de 2021

Exhalando el pecado e inhalando el perdón

Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: ‘Voy a confesar mis transgresiones al Señor’, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. 

Salmo 32:5. NVI.

 

Lectura: Salmo 32:1-11.  Versículo del día: Salmo 32:5.

 

MEDITACIÓN DIARIA

 

Recordando lo aprendido hace mucho tiempo sobre la respiración espiritual, encontré este devocional mío del 26 de octubre de 2013 y quise volver a compartirlo con ustedes; solamente hice unos breves cambios.

 

No somos infalibles y este cuerpo que tenemos es carne que nos incita al pecado. Debemos practicar lo que en mis primeros años de cristiana me enseñaron: la respiración espiritual.  Ésta consiste en exhalar el pecado tan pronto como nos demos cuenta de ello, o sea botarlo, sacarlo a través de la confesión, e inmediatamente inhalar el perdón del Señor.  No podemos quedarnos con los pecados guardados porque nos harán mucho daño: “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.  Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí” (vv. 3-4 en la lectura). Y “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9). Dios conoce nuestra condición de pecadores y es fiel y justo, no solamente para perdonarnos, sino, además para hacer una limpieza general.  Ahora bien; si tenemos al Señor Jesús en nuestras vidas quien fue el que pago por todas nuestras trasgresiones, no tenemos que mandarle razones con nadie. Él desea que nos sinceremos personalmente y recurramos directamente ante su presencia para confesar y obtener el perdón.  Lo que sí tenemos que tener bien en cuenta, es que Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7); no se puede pensar que voy a pecar deliberadamente porque para eso está el Señor. No, de ninguna manera existe en el cristianismo el ‘peco, confieso y empato’.

Tampoco pueden los del mundo pretender que seamos perfectos. Ya lo dije anteriormente; la naturaleza pecaminosa está arraigada y solamente el Señor puede ir desenredando tanta maraña viciosa que nos agobia.  Nosotros al entregar nuestro corazón al Señor, empezamos una nueva regeneración: “es una nueva creación” (2 Corintios 5:17).  Poco a poco el Espíritu Santo va mostrando y sacando todo aquello que nos estaba atando y haciendo tanto daño. No creamos que el cielo va a estar lleno de ‘perfectos’ o ‘justos’; estará lleno de pecadores arrepentidos, justificados con la sangre del Señor Jesucristo.

Así como no podemos vivir un minuto sin aire, practiquemos la respiración espiritual cada vez que la necesitemos para tomar nuevos impulsos y continuar por el camino que el Señor nos tiene: “Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti” (v. 8 en la lectura).

 

Dios y Señor nuestro: Gracias por habernos permitido conocer a tu Hijo amado y creer en lo que hizo por el pecador. Gracias porque ahora tú nos ves como hijos tuyos amados y día tras día nos vas enseñando, hasta completar la obra que te has propuesto en cada uno de nosotros.

 

Un abrazo y bendiciones.

 

No hay comentarios: