Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.
Apocalipsis 21:2. NVI.
Lectura: Apocalipsis 21:1-27. Versículo del día: Apocalipsis 21:2.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que a mí me apasiona
el Libro de Apocalipsis más por la gloria de Dios reflejada en sus últimos
capítulos que por todo lo escrito que será la gran tribulación. Desde mis
inicios como cristiana, he soñado con esta ciudad santa y mi deseo es encontrarme
allí con mi amado Jesús y ver reunidos a mis seres queridos en ese lugar
también.
Su novia, a Iglesia. La
Iglesia del Cordero que por ahora está enredada. Personalmente, no sabría decir
si temerosa o indiferente. Quizá son tantas las noticias en contra de la
humanidad que desde mi perspectiva cristiana yo la veo confundida. Oro para que
el renacer de toda la novia del Señor llegue cuanto antes y poder gozarnos y
abrazarnos todos, sin distingos de clase, raza, nación o lengua que nos separe.
Será tan hermoso estar allí: “Oí una potente voz que provenía del trono y
decía: ¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en
medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su
Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos” (vv. 3-4a). Dios estará
completamente a nuestro lado y no habrá más llanto ni dolor. Todo será hecho
nuevo, dice el Señor (v. 5). Ciudad de oro puro; adornada con piedras preciosas
(vv. 19-21); sin templo alguno porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero
son su templo (v. 22); sin necesidad de sol ni luna porque la gloria del Señor
la alumbra totalmente; sus puertas estarán abiertas todo el día porque allí no habrá
noche (vv. 23-25).
Amado Señor: tu novia,
la Iglesia te espera ansiosamente. Oro porque ese día llegue pronto y porque
todos los seres que amo, estén sus nombres escritos en el Libro de la vida.
Gracias por haberte fijado en mí; por perdonarme y limpiarme. Gracias porque has
escrito mi nombre en tu Libro y jamás lo borrarás de él. ¡Señor Jesús, te amo!
Un abrazo y bendiciones.
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